Report: “Consolidating Consolidation”

Colombia’s “security and development” zones await a civilian handoff, while Washington backs away from the concept

by Adam Isacson
Senior Associate for Regional Security Policy
Washington Office on Latin America, December 2012

Introduction: (Read the full report in PDF format [8MB])

This report is the result of an attempt to answer a question that has bedeviled state-building, stabilization, and development efforts in conflict zones worldwide: “When can the civilians take over”? Focusing on recent experiences in Colombia and comparing what we learned there with the United States’ experiences in post-surge Iraq and especially Afghanistan, WOLA sought to identify the conditions that should be in place for civilians to replace military personnel as quickly as possible in previously ungoverned and conflictive areas.

This report will lay out some of these conditions. They include clear criteria for security, as would be expected — but security has, in fact, been the easier part. The rest is up to civilians in both the U.S. government and the government receiving the aid. These conditions have proven more difficult to attain. They include civilian resources, technical and management capacity, and especially political will — as well as strong political backing (or prodding) from the highest levels.

Over the course of our research, however, we have seen this civilian handoff question lose relevance, in Colombia and elsewhere. In fact, we face the larger question of whether these ambitious stabilization and state-building programs themselves are a fading idea.

As in parts of Iraq and Afghanistan where the U.S. government has sought to leave behind a functioning government presence, Colombia is also in the midst of a multibillion-dollar, U.S.-backed effort to bring the state into violent, historically ungoverned territories. Colombia’s National Territorial Consolidation Plan (Plan Nacional de Consolidación Territorial), which this report will refer to as “Consolidation,” made notable security gains in specific territories and communities. Military personnel, and a few civilian specialists and contractors, reduced illegal armed groups’ presence, and then launched small, but high profile, infrastructure and development projects. They endeavored to convince the population that the state’s presence was desirable and permanent.

In all cases, however — in Colombia as well as in the U.S. occupations — uniformed military personnel were still, by a wide margin, the government representatives with whom citizens, especially in rural areas, interacted most frequently. For several reasons discussed here, the civilian part of the Colombian (and Afghan) government remained largely absent. Critics of the model, including some in the communities themselves, worried that the model was bringing short-term military occupation instead of long-term governance.

By mid-2012, though, the still-relevant question of military-to-civilian transitions was being eclipsed by a more fundamental concern: “Does this concept have a future?” During the year between posing our initial question and the publication of this paper, the Consolidation model and its closest U.S. analogue, the “Stability Operations” component of counterinsurgency (COIN), have lost significant momentum within the Colombian and U.S. leaderships. The problem has grown so acute that key personnel are now leaving.

Frustration with both the Colombian and Afghan models may be justified, as they have been more costly than expected and — as we shall see — military-to-civilian transitions have been difficult to implement. Troublingly, though, it is not clear whether reforms are imminent, or what will be replacing them.

In Colombia, the government that took power in 2010 has placed much greater emphasis on a land restitution program and a new attempt to negotiate peace with the largest guerrilla group. These efforts are audacious and necessary. But even if a successful negotiation erases the country’s current guerrilla groups from the map, Colombia will still face yawning gaps of governance and justice in vast areas of this map. These gaps will breed further violence and make land restitution dangerous for many beneficiaries, if Colombia lacks a plan to fill them.

The Consolidation program — if it could achieve a true civilian transition — appeared to be such a plan. That is why its apparent decline is so disturbing.

(Read the full report in PDF format [8MB])

Consolidación y restitución de tierras: tensiones crecientes en Montes de María

Mapa de los Montes de Mar?aDurante casi cinco años, con el apoyo de los Estados Unidos, Montes de María en Colombia ha sido una región prioritaria para el Plan Nacional de Consolidación Territorial –PNCT o Consolidación–. El PNCT, como hemos explicado en otros informes, es el programa sucesor del Plan Colombia. Se trata de una estrategia de construcción de Estado que combina aspectos militares y civiles, y que se desarrolla en algunas regiones de Colombia caracterizadas por la escasa presencia del Estado. Montes de María es una región históricamente conflictiva, integrada por quince municipios, ubicada cerca del Mar Caribe, aproximadamente a dos horas de Cartagena por tierra.

En noviembre de 2011, varios municipios de la región de Montes de María, incluyendo los cuatro donde se desarrolla el programa Consolidación –San Onofre y Ovejas en Sucre, y El Carmen de Bolívar y San Jacinto en Bolívar– fueron visitados por investigadores de cuatro organizaciones; dos de ellas con sede en Washington –la Washington Office on Latin America (WOLA) y el Center for International Policy (CIP)–, y las otras dos en Bogotá –el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (INDEPAZ) y la Asociación MINGA–. En agosto 2011, funcionarios de WOLA también habían recorrido la región, en compañía del Representante de Massachusetts Jim McGovern..

En la visita de noviembre, encontramos una zona en la cual, después de varios años de paz relativa, las tensiones son cada vez mayores. El Gobierno Nacional está preparándose para lanzar un ambicioso programa de restitución de tierras a las víctimas. Por su parte, la Consolidación le da un rol importante a las Fuerzas Armadas, al tiempo que brinda asistencia a los pequeños agricultores, incluyendo a las poblaciones desplazadas que regresan, y contribuye en el fortalecimiento del gobierno local. Esto sucede en el marco de un escenario de rápida concentración de la tierra, el considerable incremento de la violencia contra líderes de los pequeños agricultores que reclaman sus tierras, las dudas sobre la gobernabilidad local y la presencia de “nuevos” grupos paramilitares.

El programa de restitución de tierras, una iniciativa que viene de Bogotá, y el programa Consolidación, diseñado en Bogotá y Washington, enfrentan un contexto que es complejo, en el mejor de los casos, y completamente hostil, en el peor. Para tener éxito, ambos programas necesitarán de gran voluntad política, recursos, compromiso de altos funcionarios y un plan bien definido. A partir de entrevistas con funcionarios militares y civiles, representantes del gobierno local, expertos en desarrollo, líderes de la sociedad civil y analistas, entre otros, concluimos que estos elementos aún son incipientes.

Montes de María

En un país que nunca llevó a cabo una verdadera reforma agraria, la región de Montes de María se destaca por albergar parte del activismo campesino más cohesionado y dinámico de Colombia. También se caracteriza por la ferocidad de la respuesta violenta de los paramilitares — respaldados por algunos terratenientes — frente a dicho activismo, particularmente a finales de la década de 1990 y principios de la de 2000. Esto se evidencia en el completo informe del Grupo de Memoria Histórica de Colombia publicado en 2010, en el cual se explica en detalle la lucha por la tierra en esta fértil región.

[E]sa zona reunía dos condiciones esenciales. La primera, esa gran región fue el epicentro del más importante movimiento campesino de la segunda mitad del siglo XX, no sólo en Colombia sino quizás en América latina: la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos ANUC, contemporá- nea de la también notable Confederación Campesina del Perú. Y la segunda razón fue que en esa zona – y no por azar- se incubó el proyecto político-militar de captura regional del Estado y de configuración de una base social sumisa que incluía de paso el desmantelamiento de la organización campesina y la reversión de las parcelaciones realizadas desde los años sesenta..

La campaña de terror paramilitar en Montes de María, que llegó a su cúspide entre 2000 y 2002 sin oposición militar, incluyó docenas de masacres tan atroces que los nombres de las poblaciones donde ocurrieron –El Salado, Chengue, Macayepo, Mampuján y otros – son tristemente célebres en toda Colombia. En los cuatro municipios donde se desarrolla el PNCT, más de 110 mil personas –más de la mitad de la población– fueron desplazadas por causa de la violencia desde 1995, según un informe confidencial de un consultor financiado por el PNCT.

Casa abandonada en Chinulito, SucreEn el transcurso de la década de 2000-2010, la región de Montes de María se volvió paulatinamente más pacífica. Los paramilitares que llegaron a dominar la zona se sometieron a un proceso de desmovilización concertado con el Gobierno y – quizás lo más importante –encontraron una oposición significativa por parte de la Armada – la principal fuerza militar de la zona– durante la segunda mitad de la década. Por su parte, los guerrilleros del frente 37 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) fueron desalojados del área después de la muerte de su principal comandante alias “Martin Caballero”, durante un bombardeo en la que fueron dados de baja 19 guerrilleros más. Actualmente, las fuerzas de seguridad de Colombia –la Armada, con el apoyo de otros componentes militares del Comando Conjunto Caribe, la Policía en los cascos urbanos y tres unidades rurales de 150 policías carabineros cada una, – enfrentan la escasa oposición violenta en Montes de María.

Sin embargo, la actividad ilegal sigue siendo común. No se cultiva la coca –la planta que se usa para fabricar la cocaína– pero grandes cantidades de esa sustancia siguen saliendo de esta región por el Caribe. Es notoria la acción de los “nuevos” grupos paramilitares, especialmente Los Rastrojos y Los Urabeños, principalmente en el norte y el occidente de la región.

Mientras tanto, la región de Montes de María adquirió notoriedad en toda Colombia por los vínculos entre sus maquinarias políticas y los paramilitares unificados en las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). El escándalo colombiano de la “parapolítica” golpeó duramente a la clase política local, al enviar a la cárcel a gobernadores, senadores y representantes al Congreso. Sin embargo, sus padrinazgos y redes de influencia permanecen intactos. En la mayoría de los municipios, los mismos grupos políticos siguen teniendo el control después de las elecciones de alcaldes y gobernadores de octubre de 2011. El recién elegido Gobernador del departamento de Sucre viene de una “casta que ha gobernado por años a pesar del ‘paramilitarismo’, según informó el diario que más circula en Colombia, El Tiempo.

Aunque obtuvieron la mayoría de los votos, los políticos locales fueron objetivo de las mayores expresiones de descontento de los ciudadanos de la región. Los niveles de corrupción siguen siendo alarmantes. El municipio más grande de la región, El Carmen de Bolívar, tuvo cerca de tres docenas de alcaldes interinos en 2009. Los habitantes de San Onofre nos comentaron que durante las últimas elecciones se gastaron aproximadamente el equivalente de dos millones de dólares, usando fondos de dudosa procedencia, para ganar la empobrecida Alcaldía Municipal.

Con menos violencia y el retorno de algunos desplazados, la región de Montes de María es sede de algunos proyectos bandera del Gobierno apoyados por la comunidad internacional. Éstos incluyen el programa de restitución de tierras puesto en marcha mediante una ley aprobada en junio de 2011; el “Laboratorio de Paz” de programas de desarrollo social y económico apoyado por la Unión Europea; una propuesta para declarar gran parte de la región como “Zona de Reserva Campesina”, en la cual se restringirían las ventas de minifundios; y, por supuesto, el Plan Nacional de Consolidación Territorial.

El Programa Consolidación en Montes de María

El Gobierno colombiano lanzó el PNCT en Montes de María a mediados de 2007, convirtiéndola en la segunda zona –después de la región de La Macarena en el centro sur de Colombia– en recibir una inversión significativa coordinada por el Centro de Coordinación de Acción Integrada (CCAI) a nivel nacional. Al principio, el programa fue dirigido por un oficial militar activo –un general de la Armada conocido en la región por romper con los precedentes y hacer frente a los paramilitares–.

El esfuerzo en Montes de María contó con asesoría y apoyo del Comando Sur de los EE.UU., y desde principios de 2008, con recursos de la Office of Transition Initiatives (OTI) de la U.S. Agency for International Development (USAID). La OTI es una unidad diseñada para implementar proyectos de desarrollo de pequeña escala y “rápido impacto”, en el corto plazo, con agilidad y menos burocracia. El Comando Sur y la OTI apoyaron la creación del “Centro de Fusión” de Montes de María, que más tarde fue rebautizado “Centro de Coordinación”: una oficina ubicada en Cartagena en la cual representantes del Ejército, la Policía y expertos en desarrollo de la parte civil del estado trabajarían juntos en el mismo espacio para coordinar la gestión del PNCT. El Centro de Coordinación, administrado por la oficina de Acción Social de la Presidencia de Colombia, abrió sus puertas a principios de 2009 (Veáse el informe “After Plan Colombia” del CIP publicado en 2009, para un análisis en profundidad del programa Consolidación en Montes de María a partir de mediados de 2009).

San Juan Nepomuceno, Bol?varEl programa de la OTI –cuyas misiones están diseñadas para cumplirse en el corto plazo– terminó a mediados de 2010, y fue reemplazado por la sede de USAID, que centró sus actidades en la administración de un contrato de cinco años por US$32 millones para apoyar el esfuerzo de Consolidación en Montes de María. El contrato para este proyecto fue otorgado a CHF International, una empresa de Washington D.C. CHF trabaja con el Centro de Coordinación en una serie de programas de asistencia y desarrollo de capacidades para los cuatro municipios escogidos para la Consolidación.

Los programas apoyados por CHF, que ostentan el muy visible nombre de “Colombia Responde”, comenzaron a desarrollarse durante el segundo semestre de 2010. “Colombia Responde” busca “trabajar colectivamente con múltiples actores y en coordinación con los gobiernos locales y regionales para establecer un estado sostenible de paz y seguridad” en Montes de María.

En 2009 el principal objetivo del programa de Consolidación en Montes de María era ayudar a algunas comunidades de desplazados que retornaban, a recuperar sus tierras y a mejorar sus condiciones económicas. Aunque éste sigue siendo uno de sus componentes, la misión de “Colombia Responde” es más amplia. Hoy el programa tiene dos objetivos: fortalecer las capacidades del gobierno local y la sociedad civil, e incrementar las oportunidades económicas.

Los funcionarios de “Colombia Responde”, junto con consultores que trabajan como asesores en política pública, hacen énfasis en el desarrollo de capacidades, brindando capacitación y dictando talleres frecuentes sobre temas como administración, planeación, participación y transparencia. Mediante el proyecto “Acción Participativa para la Participación Comunitaria”, el programa trabaja con las comunidades en planes de desarrollo a corto plazo, y los líderes comunitarios están capacitados para desarrollar planes y presupuestos realistas. Se han presentado a las alcaldías veinte planes comunitarios, para los cuales se espera cofinanciación a partir de finales de 2011. La capacitación continuada busca preparar a los gobiernos locales y a los líderes comunitarios para que garanticen la transparencia en el gasto de los recursos públicos.

La línea de generación de ingresos de “Colombia Responde” ha incluido algunos proyectos de infraestructura de “rápido impacto”, especialmente de mejoras a algunos tramos de vías terciarias que conectan a los agricultores con los mercados. Sin embargo, el grueso de la construcción de vías primarias está siendo realizada por la Infantería de Marina. El programa “Colombia Responde” patrocina “proyectos productivos” –programas de desarrollo agrícola– con las comunidades, la mayoría de las cuales incluyen a desplazados que han regresado. Según los funcionarios de “Colombia Responde” se consulta a los participantes de los proyectos productivos sobre lo que desean producir y ellos reciben asistencia técnica, asistencia en seguridad alimentaria y crédito. En los casos en que tengan que pasar algunos años para recoger la primera cosecha –como en el caso del cacao, una elección frecuente de las comunidades–, los agricultores reciben un subsidio equivalente al salario mínimo proveniente de un fondo que se reabastece con las utilidades resultantes de su producción.

Foto de una casa“Colombia Responde” administra un proyecto para agricultores anteriormente desplazados llamado “Volver a mi Tierra”, el cual les brinda acompañamiento en el regreso a sus comunidades de origen, cubriendo sus necesidades básicas. Como parte de ese proyecto, algunos agricultores recibirán apoyo para la obtención de títulos de propiedad sobre sus tierras. Este proceso de legalización de tierras –paralelo al programa de restitución de tierras que acaba de ponerse en marcha en todo el país– es espantosamente lento y complicado. En el municipio de Ovejas, por ejemplo, “Colombia Responde” aspira otorgar títulos de propiedad sobre más de trescientos terrenos, pero hasta noviembre de 2011 sólo lo había logrado con veinticinco.

Por otra parte, la participación del Ejército colombiano y las fuerzas de la Policía en el programa de Consolidación, con un significativo apoyo estadounidense de valor monetario no conocido, ha sido importante y al menos tan visible como “Colombia Responde”. La Armada y la Policía se han enfocado en brindar seguridad, construir vías e infraestructura y realizar periódicamente reuniones con las comunidades.

Evaluaciones del PNCT en Montes de María

En una reunión de líderes campesinos efectuada en Bogotá para discutir la propuesta de Zonas de Reserva Campesina, tuvimos la oportunidad de hablar por separado con representantes de las comunidades de San Onofre, El Carmen de Bolívar y Ovejas que participan en los programas de “Colombia Responde”. Aunque los funcionarios de Consolidación no estaban presentes, el grupo elogió el programa con efusividad. En particular, destacaron la rapidez en la llegada de la ayuda, la consideración de sus aportes en el proceso, la mejora en las relaciones de las Fuerzas Armadas con la población y el respeto con que han sido tratados por primera vez por parte de las instituciones del Gobierno de Colombia.

Como factores en contra, reconocieron la demora en la entrega de los títulos de las tierras y la poca confianza en los gobiernos locales (alcaldías). Además, manifestaron sentirse apartados de comunidades cercanas que no reciben ayuda del programa.

La mayoría de las preocupaciones y críticas sobre el programa fueron expresadas por comunidades que no participaban en el programa –de algunos municipios de Montes de María diferentes a los cuatro donde se desarrolla el PNCT– o por activistas campesinos, analistas y expertos en desarrollo que no están relacionados con el programa. Las principales críticas que escuchamos fueron las siguientes:

  • El programa tiene un ámbito geográfico limitado, ya que excluye gran parte de la región de Montes de María: “¿Cómo pueden trabajar sólo en cuatro de los quince municipios?”, preguntó el director de otro programa de desarrollo. “Es como si la madre de quince hijos favoreciera a cuatro de ellos”.

  • La planeación en algunos casos no es suficiente y en otros es excesiva: Durante las fases iniciales del PNCT en Montes de María (2007-2010), el Centro de Coordinación con sede en Cartagena fue blanco de algunas críticas por carecer de un plan de acción detallado, según nos manifestó un funcionario del programa. La reducida planta de personal de la oficina –un representante del Ejército, uno de la Policía y dos de la Oficina de Acción Social de la Presidencia de Colombia– tenía una serie de objetivos programáticos y un bosquejo de las acciones a ejecutar. Pero su plan del proyecto no llegó muy lejos. “Tenían una propuesta, pero una propuesta no es un plan de acción”, dijo este funcionario. CHF –que depende directamente de USAID y no del Gobierno colombiano– le ha dado prioridad a la rigurosidad y el profesionalismo en los procesos de planeación, desde cuando comenzó a operar en 2010.

    Por otra parte, algunas comunidades manifestaron que se estaba haciendo tanto énfasis en la planeación que ésta parecía sustituir a la acción. “Vemos muchos talleres y reuniones, pero no suficientes resultados”, manifestó un líder comunitario de Ovejas quien participó en un taller de capacitación. Aunque esto puede deberse simplemente a la impaciencia por la no inmediatez de los beneficios, estas opiniones son preocupantes ya que una percepción de inactividad puede lesionar la credibilidad del programa entre la población.

  • Las fuerzas armadas desempeñan roles adicionales a los que le corresponden: Representantes del Ejército y la Policía del Centro de Coordinación nos aseguraron que, en campo, la presencia del PNCT es “fundamentalmente civil”. Sin embargo, al igual que en otros lugares de Colombia, el PNCT involucra a la Fuerza Pública en roles que poco o nada tienen que ver con el combate ni con la protección de la población y que pueden ser desempeñados por civiles, bajo condiciones de seguridad adecuadas. Estos roles incluyen la construcción de infraestructura, especialmente de la que será la única carretera pavimentada que cruza Montes de María de oriente a occidente. Algunos entrevistados criticaron la calidad y la lentitud en la construcción de esta vía –se estaba construyendo cuando hicimos nuestra visita en 2009, y todavía no está terminada– y manifestaron que el Ministerio de Transporte habría hecho un trabajo mejor que el de Defensa. Otros, sin embargo, reconocieron que los daños ocasionados por las graves inundaciones en otros lugares desde 2010 hicieron que los constructores, tanto civiles como militares, fueran llamados a otras áreas para arreglar las carreteras.

    Conocimos de otras actividades inusuales de la Fuerza Pública tales como la prestación de servicios de salud, la capacitación de niños en edad escolar para evitar el abuso doméstico y la conformación de asociaciones de líderes campesinos para que trabajen con el PNCT. En ese mismo sentido, es preocupante lo expresado por los líderes de Ovejas con respecto a la compra de tierras a los campesinos de ese municipio por parte de oficiales activos del Ejército, lo cual no hemos podido corroborar.

  • Se presume que falta voluntad para trabajar con las organizaciones y procesos existentes: “No vinimos a dividir a la gente”, nos dijeron los funcionarios del Centro de Coordinación. Pero en otros lugares, escuchamos una reiterada preocupación sobre la llegada de un programa grande y con buenos recursos a una zona que –a diferencia de la apartada frontera agrícola de la región de La Macarena– cuenta con varias organizaciones sociales y programas de desarrollo. “Colombia Responde tiene un ‘complejo de Adán’”, expresó un líder campesino de El Carmen, acusando al programa de actuar como si fuera el primero en llegar a la región. Un líder de Ovejas se quejó de que el programa está “creando redes de organizaciones alternativas innecesarias”. Otros manifestaron que “Colombia Responde” no contrataba a las empresas ni a las organizaciones existentes para ejecutar los proyectos y que, por el contrario, adjudicaba los contratos a grupos foráneos o recién constituidos.

    Algunos entrevistados consideran al PNCT como una clara competencia, mientras otros, suspicazmente, ven una estrategia deliberada de “divide y vencerás”. Un activista de El Carmen nos dijo que “a los viejos de la ANUC realmente les duele ver cómo el grupo se está dividiendo”. Un funcionario de un programa de desarrollo existente, que sigue una metodología más pausada y orientada a procesos, se mostró preocupado porque los proyectos de rápido impacto del PNCT estén cambiando la cultura local: “la gente quiere ver la plata antes de trabajar”.

  • No hay suficiente presencia del sistema judicial: El Plan de Consolidación pretende fortalecer la presencia de entidades gubernamentales civiles en zonas que históricamente no han contado con ella. En Montes de María, donde la situación de seguridad no impide que operen agencias gubernamentales civiles, la presencia civil ha aumentado al menos ligeramente. Sin embargo, el sistema judicial se ha quedado atrás. Los habitantes de El Carmen de Bolívar nos dijeron que su pueblo, el más grande de la región, cuenta con sólo tres jueces. En San Onofre sólo existe un juez y un fiscal. Esto no es suficiente para manejar tantos casos de delitos violentos, corrupción, violaciones de derechos humanos, fraudes relacionados con tierras y otros asuntos de vital importancia para el éxito de la Consolidación.

  • Existe preocupación con respecto a la ética y los intereses de los líderes políticos locales. El PNCT hace mucho énfasis en el trabajo con los gobiernos locales, que canalizan importantes recursos del Gobierno central, dirigen a la Policía, y comparten responsabilidades en temas como la tenencia de la tierra y la atención a los desplazados. Algunos alcaldes y gobernadores de Montes de María “se metieron en serios problemas” por el escándalo de la “parapolítica”. Aunque los funcionarios actuales no enfrentan acusaciones de la misma gravedad, reiteradamente escuchamos opiniones de inconformidad con respecto a la desorganización, el tráfico de influencias – la politiquería–, el clientelismo y la corrupción de los funcionarios departamentales y municipales que tendrían que ser los principales aliados del PNCT. También es motivo de preocupación el hecho de que los funcionarios electos, aunque no estén acusados de corrupción, probablemente protegen los intereses de quienes más recursos aportaron a sus campañas, es decir, los grandes propietarios de tierras y de la agroindustria que masivamente han adquirido tierras cultivables en la región de Montes de María en los últimos años.

Un contexto turbulento: la tenencia de la tierra y las víctimas

El problema que se cierne sobre Montes de María, como nube que presagia la tormenta, es la tierra: quién la controla, quién la compra, quién la vende y quién es sacado de ésta por la fuerza. La tenencia de la tierra es la principal preocupación en esta región excepcionalmente fértil y estratégicamente ubicada. Las políticas de Consolidación y de restitución de tierras, con el liderazgo de funcionarios aparentemente bien intencionados, están tratando de hacer frente a este tema. Pero están operando en un complejo contexto de intereses encontrados y tensiones crecientes sobre la propiedad de la tierra.

En 2007, el desalojo del área de las FARC y la mejorada acción de la Infanteria de Marina de hacer frente a la violencia paramilitar trajeron un período de calma y, con éste, un muy marcado incremento en los precios de la tierra . Desde entonces, inversionistas adinerados y compañías misteriosas –la identidad de sus socios es un secreto muy bien guardado– han escudriñado Montes de María en busca de tierra para comprar, acrecentado la desigualdad en la tenencia de la tierra en la región.

El periodista colombiano Alfredo Molano menciona los nombres de algunas de las empresas misteriosas, cuyos nombres también escuchamos durante nuestras visitas: “Tierras de Promisión, Arepas Don Pancho –o Don Juancho–, Agropecuaria El Carmen y Agropecuaria El Génesis” . Algunas estimulan las ventas de tierra encubiertas bajo la apariencia de asociaciones de apoyo al desarrollo. Los nombres más citados incluyen la “Federación de Líderes de Montes de María” y la “Corporación Amigos de Montes de María”. Esta corporación se identifica, desde su logotipo, de una forma tal que se asemeja mucho a la Fundación de Desarrollo y Paz de los Montes de María y que puede generar que se confunda con ella. Esta última fundación es la organización sin ánimo de lucro que administra los proyectos del “Laboratorio de Paz” de la Unión Europea.

El logotipo de una asociaci?n de compradores parece el del Laboratorio de Paz.Los potenciales vendedores son campesinos minifundistas que quedan en la región, muchos de los cuales recibieron sus parcelas del Gobierno gracias al movimiento campesino por la tierra de las décadas de 1960 y 1970. Algunos venden a los recién llegados porque las ofertas parecen generosas. Otros venden porque, después años de haber sido forzados a desplazarse a ciudades como Cartagena y Sincelejo, ya no quieren vivir en el campo.

Pero muchos más venden porque no encuentran otra alternativa. Algunos deben sumas de dinero enormes e insostenibles, por cuenta de los créditos del Gobierno que utilizaron para comprar sus propiedades –préstamos que no pudieron pagar después de ser desplazados por la violencia hace una década–. Otros venden porque los compradores de tierra que acaban de llegar están comprando todas las parcelas de sus vecinos, rodeándolos de propiedades privadas y, a veces, aislándolos de las vías de acceso y de las fuentes de agua. Muchas de las personas que han sido desplazadas por la fuerza han visto cómo sus títulos de propiedad les son robados “debajo de sus narices” por delincuentes que se confabulan con funcionarios corruptos del registro de tierras y otras entidades. Y otros, de los que se hablará más adelante, venden a causa de las amenazas y la intimidación. La información recopilada por la ONG colombiana ILSA (Instituto Latinoamericano para una Sociedad y un Derecho Alternativos) demuestra una marcada correlación entre las zonas de compra masiva de tierras y las de mayor desplazamiento en Montes de María.

No todos los compradores son especuladores sospechosos. Algunas de las empresas más grandes de Colombia –Argos, Monterrey y Colanta– han iniciado proyectos agroindustriales en Montes de María en los últimos años. Los productos más cultivados incluyen forestales como la teca, caña de azúcar -principalmente para biocombustibles– y palma de aceite –para alimentación y biocombustibles–. Estas extensas áreas de monocultivos son rentables, pero dan empleo a pocas personas, pues, por ejemplo, la palma de aceite requiere aproximadamente de un empleado por hectárea.

Planta procesadora de la palma en Mar?alabaja, Bol?varUno de los pioneros del monocultivo de palma de aceite en Colombia es Carlos Murgas, ex Ministro de agricultura. Murgas ha invertido mucho en el cultivo de palma de aceite en los terrenos que rodean su planta procesadora en el municipio de María La Baja, el cual limita con dos de los municipios escogidos para la Consolidación (solicitamos una cita con los directores de la planta procesadora, pero no nos fue concedida). Los líderes locales manifestaron que, a diferencia de otros inversionistas de grandes proyectos de monocultivo, Murgas no está comprando propiedades masivamente; más bien, su empresa alienta –algunos dijeron que presiona– a las comunidades cercanas a cultivar palma para la planta procesadora de aceite. “Murgas es un gran experto en economía agrícola”, escribe Alfredo Molano, “lo cual le permitió ver claramente que el verdadero negocio no está en la posesión de la tierra, sino en controlar su uso” . O como lo expresó un experto en desarrollo de forma más sucinta: “¿Para qué quieres tener más propiedades si eres Murgas?”

Los campesinos minifundistas que quedan en la región están organizándose para responder a la concentración de tierras. En 2010, el gobierno de Juan Manuel Santos sorprendió a muchos aceptando en principio una antigua solicitud de los grupos campesinos de la región: el establecimiento de una Zona de Reserva Campesina con la cual se limitarían los tamaños de las parcelas y las compraventas. La idea de crear una zona de este tipo –figura establecida en una ley de 1994– no se cristalizó durante el gobierno de Álvaro Uribe entre 2002 y 2010. Uribe fue partidario de un mercado libre sin restricciones en el campo y asoció públicamente las zonas de reserva con los intereses de la guerrilla. El proceso de crear ese tipo de zonas está avanzando, y una de ellas está a punto de ser aprobada y delimitada en Montes de María.

Los grupos campesinos quieren una zona más grande que la propuesta por el Gobierno. Por otra parte, algunos funcionarios del Gobierno –incluyendo a los responsables del Plan de Consolidación– han manifestado la preocupación de que la Zona de Reserva restrinja demasiado el mercado de tierras, haga bajar los precios y, de este modo, imposibilite la obtención de créditos. Por su parte, quienes apoyan la propuesta de la Zona de Reserva expresaron recelo en el sentido de que la Consolidación “vaya en la otra dirección”, ya que las comunidades que se benefician del PNCT pueden estar menos dispuestas a participar en la Zona. No hace falta decir que los inversionistas que afanosamente están comprando tierras en la región se oponen acérrimamente a la creación de una Zona de Reserva Campesina y se dice que están peleándose para acumular tanto territorio como sea posible antes de que ésta sea establecida oficialmente.

Tensiones y amenazas

Con este despliegue de fuerzas, y la inminencia del ambicioso programa de restitución de tierras, las tensiones y amenazas se incrementaron en Montes de María en 2011. Las frecuentes acciones violentas contra los campesinos de la región nos alarmaron pues éstas podrían ser las primeras señales de una retaliación violenta de los terratenientes.

Latifundio al sur de San Onofre, SucreCuando hablan sobre las amenazas en su contra, generalmente las comunidades no se refieren a los “nuevos” grupos paramilitares activos en gran parte del norte de Colombia, especialmente en el departamento de Córdoba, al occidente de la región. Manifiestan que aunque grupos como Los Rastrojos y Los Urabeños están presentes en el área, éstos han limitado sus actividades principalmente al narcotráfico. “Ellos hacen su envío y se van”, dijo un habitante de San Onofre.

Más bien, los líderes locales se refirieron simplemente a “hombres armados” como los responsables de los actos de violencia e intimidación. Algunos insinuaron que pueden estar vinculados con los grandes terratenientes y compradores de tierra.

Al menos cuatro líderes de grupos que han recibido tierras, o que las han solicitado, fueron asesinados en la región de Montes de María entre mayo de 2010 y junio de 2011. Estas muertes, en su mayoría, se registraron en San Onofre, municipio donde el líder paramilitar “Cadena” ubicó su cuartel general en el apogeo de la violencia entre 2000 y 2002.

  • Rogelio Martínez fue asesinado el 18 de mayo de 2010, cerca de la finca La Alemania en San Onofre. La Alemania es un caso muy conocido. Se trata de una finca de 550 hectáreas que el Gobierno otorgó en 1997 a 52 familias organizadas, sólo para que los paramilitares de las AUC se apoderaran de ellas.

  • Óscar Mausa, un líder desplazado que trataba de recuperar sus tierras en el departamento de Antioquia, fue asesinado el 24 de noviembre de 2010 en San Juan Nepomuceno.

  • Éder Verbel fue asesinado el 23 de marzo de 2011 en San Onofre (la familia Verbel fue destacada por su labor de activismo en favor de las víctimas, en un artículo de 2005 del New York Times sobre San Onofre).

  • Antonio Mendoza, un líder comunitario desplazado y Concejal por el partido de izquierda Polo Democrático, fue asesinado el 20 de junio de 2011 en San Onofre.

Los líderes del Movimiento de Víctimas de San Onofre dijeron que la segunda mitad de 2011 fue un poco más calmada, aunque las amenazas siguieron llegando con frecuencia. Mientras tanto, en Ovejas continúan las tensiones en torno a los esfuerzos de 113 familias por recuperar La Europa, una finca que les fue otorgada en 1969 y de la cual fueron desplazados por los paramilitares. Al regresar al área, las familias descubrieron que gran parte de su tierra cultivable había sido comprada por una empresa misteriosa llamada “Arepas Don Juancho”. Las casas campesinas de la finca La Europa fueron demolidas o quemadas por “desconocidos” al menos dos veces en 2011. En San Jacinto, a la conmemoración de la masacre de Las Palmas, ocurrida en 1999, acudieron huéspedes que no estaban invitados: hombres que tomaban fotografías desde un vehículo todoterreno estacionado cerca. Cuando se investigó la matrícula del vehículo, se encontró que pertenecía a “los señores de la compra de tierras”.

Algunos de los episodios recientes más preocupantes han ocurrido en María La Baja, el municipio de la región donde más se cultiva palma de aceite. Conocimos relatos sobre grupos de hombres armados que entran a las veredas de áreas donde los precios de la tierra son altos, principalmente por el acceso al Distrito de Riego de María la Baja. Con listas en mano, amenazan e interrogan a los miembros de la comunidad, exigiendo información sobre su actividad económica y los recursos que reciben del Gobierno municipal.

Es alarmante que líderes de María La Baja manifestaran haber registrado once casos de violación sexual por parte de grupos armados durante septiembre y octubre. La violencia sexual parece tener un patrón según el cual, los hombres armados invaden una casa, amenazan, amarran al dueño y violan a su esposa, no a sus hijas ni a ninguna otra mujer presente. Después, los hombres armados se van y, en la mayoría de los casos, la familia abandona la tierra.

El miedo está creciendo, especialmente en las áreas donde las compras de tierra son mayores. Las amenazas son un límite enorme para el trabajo de las organizaciones campesinas. Todavía están frescos los recuerdos del derramamiento de sangre de hace diez años y no es difícil disuadir a la gente de que se organice o ejerza presión por reclamaciones de tierras. “Hay que tener cuidado”, nos dijeron los líderes comunitarios de Ovejas. “No se pueden usar palabras como ‘movilización social’ ni hablar sobre derechos humanos”.

Una reorganización en la cúpula

El Plan de Consolidación y “Colombia Responde” apoyado por EE.UU., , deben operar dentro de este contexto. De un lado se encuentran los pequeños agricultores que reclaman su tierra, temen el despojo y promueven medidas como las Zonas de Reserva Campesina. De otro lado están los grandes terratenientes y sus aliados en el sistema político local.

Zambrano, Bol?varEl PNCT se encuentra en una posición difícil: su mandato le exige que trabaje con los pequeños agricultores en el otorgamiento de títulos de propiedad de la tierra –y en su restitución–, así como en proyectos productivos. Pero su mandato también le exige que trabaje con los gobiernos locales, incrementando las capacidades de las instituciones que han mostrado poco interés en la protección de los pequeños agricultores y que incluso han colaborado con los despojadores.

Para hacer frente a la resistencia local y proteger a sus beneficiarios, el PNCT y Colombia Responde –al igual que las agencias que llevarán a cabo la restitución de la tierra– necesitarán un apoyo claro, fuerte y visible del Gobierno central de Bogotá. Sin embargo, los mensajes de la capital son contradictorios.

Durante la mayor parte de 2011, la administración Santos pareció haber puesto en segundo plano al PNCT. El programa sufrió un proceso de “replanteamiento” y reorganización, con quince grupos de trabajo temáticos en los que participaban sesenta agencias gubernamentales. Los resultados de esta revisión iban a ser anunciados con un lanzamiento formal esperado para junio de 2011, que luego fue postergado hasta después de las elecciones locales de octubre. Sin embargo, a la fecha de este informe no se había hecho ningún anuncio formal de una nueva estrategia.

Posteriormente, la Presidencia colombiana reorganizó su agencia de desarrollo social –que cuenta con importantes recursos de financiación–, antes conocida como Acción Social. Esto, dicen oficiales, le daría a la Consolidación una posición más destacada, autónoma, y quizás menos ligada a las prioridades militares, dentro de la Presidencia,.

En noviembre, Acción Social fue reemplazada por una agencia aún más grande en la Presidencia de Colombia, el Departamento Administrativo para la Prosperidad Social-. Esta agencia tiene cuatro programas, de los cuales uno –Recuperación y Desarrollo Territorial– incluye la recientemente creada Unidad de Consolidación y Restructuración Territorial. El director de esta Unidad, Álvaro Balcázar, dirigió previamente el Programa de Consolidación de La Macarena. Balcázar nos informó que el Gobierno colombiano comprometerá $1,5 mil millones de dólares para el PNCT a nivel nacional entre 2011 y 2014 .

Ahora que Bogotá ha terminado de reordenar las cosas, el Gobierno central tendrá que esforzarse para que su presencia se sienta en Montes de María. Ayudar a los campesinos de esa región a adquirir el derecho a permanecer en su tierra y a disfrutar de una mayor prosperidad económica, puede resultar difícil, especialmente mientras se pone en marcha la política de restitución. Si realmente ésta es la misión de la citada Unidad y del programa “Colombia Responde”, se necesitarán más recursos y mayor respaldo político directo del Departamento para la Prosperidad Social, y las comunidades destinatarias también necesitarán mayor protección de las fuerzas de seguridad nacional.

Recomendaciones

Con base en nuestras observaciones en Montes de María, recomendamos que la nueva Política de Consolidación y Reconstrucción Territorial adopte los siguientes ajustes de manera urgente:

  1. Hacer mayor esfuerzo para proteger a las comunidades campesinas en los cuatro municipios, sean o no destinatarios directos de la ayuda del PNCT. Esto significa una mejora en los tiempos de respuesta y en la calidad de las investigaciones frente a las amenazas. En zonas rurales, también significa la implementación de procedimientos para determinar si la respuesta recae en las Fuerzas Armadas o en la Policía, la cual –a excepción de las unidades especializadas de Carabineros– normalmente no opera por fuera de los cascos urbanos. La ausencia de guerrilleros no significa que Montes de María sea hoy una zona de paz social. Las fuerzas de seguridad deben trabajar para eliminar la presencia de los “nuevos” paramilitares y otros grupos criminales. El sistema judicial debe esforzarse para hacer frente a los servidores del Estado afines a estos grupos criminales, así como a los compradores ilegales de tierra de la región.

  2. Para que esto se lleve a cabo, el sistema judicial debe, primero que todo, hacerse presente en Montes de María, aumentando la cantidad de jueces, fiscales e investigadores, cuyas oficinas deben ser provistas de equipos modernos, particularmente bases de datos y la tecnología necesaria para resolver las reclamaciones de tierras. Los casos de asesinatos de líderes defensores de los derechos sobre la tierra deben concluir en fallos rápidos y visibles contra los responsables. Reducir la impunidad es la mejor manera de evitar futuros asesinatos.

  3. Las acciones deben asegurarle a los campesinos que la “Consolidación” no los despojará. De forma reiterada escuchamos el temor de que una presencia mayor del Estado redundará en presiones para sacar de su tierra a los pequeños agricultores. En opinión de muchos, el Estado es equivalente a los grandes terratenientes, incluyendo a los que actualmente están haciendo compras masivas. El PNCT debe romper con ese imaginario, demostrando mediante acciones su objetivo de ayudar a los agricultores a quedarse en sus tierras pero sin empujarlos hacia una economía de monocultivos. El otorgamiento de títulos de propiedad sobre la tierra es la acción que ofrece mayor seguridad de que no habrá despojo. Las fuerzas de seguridad deben garantizar que la protección de las tierras y comunidades campesinas es prioritaria, lo cual sería un cambio histórico. Los funcionarios de Bogotá deben hacer presencia con mayor frecuencia en la zona, tanto para acompañar a los campesinos que reciben la tierra, como para hacerle frente a la oposición de quienes están acumulándola y concentrándola.

  4. Trabajar con los funcionarios locales seguirá siendo un desafío, dadas las actuales quejas sobre clientelismo, corrupción y favoritismo hacia los grandes terratenientes. Esto es crucial porque a los ojos de la población, el comportamiento de los funcionarios locales puede o bien mantener o bien destruir la credibilidad de todo el Estado colombiano. En este sentido, la principal recomendación es que la Política de Consolidación continúe haciendo lo que sus funcionarios dicen que está haciendo: desarrollar la capacidad de administración y dirigir los recursos especialmente hacia los funcionarios del gobierno local que, a juicio del programa, sean competentes y honestos. Si los encargados del PNCT encuentran evidencia de corrupción deben garantizar que el sistema judicial las investigue y sancione. Otra área que vale la pena explorar es el estímulo y la protección a quienes las denuncien.

  5. Una solicitud frecuente que expresaron las comunidades es que la Consolidación haga mayor énfasis en la construcción de vías, las cuales son necesarias para el éxito económico de los “proyectos productivos” que apoya. Compartimos esta recomendación, a pesar de la realidad de que construir carreteras es caro, y de que han habido daños significativos causados por las inundaciones desde 2010.

  6. También escuchamos solicitudes orientadas a que en la planeación del desarrollo, la Consolidación trabaje con organizaciones campesinas y de desplazados que ya existen, en vez de crear nuevas estructuras. Aunque no pudimos determinar hasta qué punto esto sucede, transmitimos esta recomendación.

  7. Finalmente, al igual que en otros lugares, la Consolidación debe garantizar que su componente militar transfiera a los civiles, lo más pronto posible, las tareas que no tienen que ver con seguridad. La Consolidación no debe dejar en Montes de María como legado permanente Fuerzas Militares que realicen funciones adicionales a las que les compete como por ejemplo, soldados constructores de vías y organizadores comunitarios.

In Tumaco: The March of Desperation

In Tumaco, as in other regions of the country, the Diocese of  Tumaco organized the Week for Peace under the motto, for the Dignity of the Victims, Truth, Justice and Wholistic Reparations. But this year two special events will occur simultaneously as part of the week’s activities. The first is the commemoration of 10 years after the murder of Sister Yolanda Cerón, and the second is a Massive Civic Mobilization, named by one of the people interviewed in the March of Desperation.

Commemoration of Historical Memory in the Week for Peace, 2008 and 2011.

September 15 was declared a non-working civic day, during which a strike was organized by the economic sector with the support of local government officials. The main objective of the strike was to denounce and say NO to a new form of violence in the second largest port of the Pacific: extortion of all economic activities, large and small, in Tumaco, leading to the use of explosives in attacks against those who refuse to pay.

According to the Chamber of Commerce, as a result of this type of extortion, 271 commercial establishments were closed in 2010 and 71 have been closed so far this year. There are indications that those responsible for these crimes are neo-paramilitary groups like Los Rastrojos and Las Águilas Negras, which are linked to paramilitary groups from Urabá, FARC militia from the Daniel Aldana mobile convoy, and common criminals. In recent months, explosives have been used to attack at least three shops, as well as the police and public forces. At the time of this report, the deaths of 9 policemen, 3 soldiers and 9 civilians have been recorded. Similarly, there have been increased kidnappings and assaults of people who travel by sea.

The desperation and hopelessness of those living in Tumaco is increased by the inability of State, civilian, and military institutions to prevent these acts and to protect civilians. This is despite the fact that Interagency Action was implemented in 2004 with the aid of U.S. resources to Colombia, first through the Interagency Action Coordination Center (CCAI), which in 2010 was converted into a Fusion Center, and recently under the new administration’s Coordination Center under the National Territorial Consolidation Plan (PCNT). Plan Troya Pacífico, which President Santos installed in May 2011 in Tumaco to combat the so-called criminal gangs, has also not succeeded in reducing violence.

On the contrary, it is indicated that Plan Troya has resulted in increased militarization (a new River Brigade with the Marine Infantry No. 4 , a command and a river assault battalion, and reinforcements of 1,400 men) in Tumaco in several sectors and by way of the presence of 2,400 members of 10 of the 30 mobile squadrons responsible for manually eradicating coca cultivation . This has increased the humanitarian crisis in Tumaco and neighboring municipalities through armed combat, mined areas, and military confrontations, among other situations that affect the civilian population. For example, according to the coordinators of the PCNT, between 2009 and May 2011 there were “41 incidents during eradication (30 cases of harassment, 8 landmine explosions, 1 ambush and 2 accidents), resulting in the deaths of 2 policemen and 1 eradicator, and injury to 18 policemen and 8 eradicators.”

The establishment of security in Tumaco is very precarious. During the seven years of this policy’s implementation they have only succeeded in stabilizing 9% of the area (24 of the 262 zones), and they are working on recovering the remaining 60% (Table 1 and Map 1.) The presence of the FARC, Los Rastrojos and the Aguilas Negras is especially strong in rural areas where these groups compete for territories and corridors for drug trafficking. These disputes over territorial and social control have moved to the urban area of Tumaco, where armed confrontations are replicated in many of the poorer neighborhoods and urban settlements. The struggle for control over the coast of Nariño is the cause of displacement, massacres, killings, and threats among other violations of human rights.

Map 1. State of territorial consolidation

Source PCNT, 2011.





The economic crisis and narcotrafficking

Despite the presence of more than 20 agencies that promote projects to replace coca with alternative production projects, unemployment and lack of income has remained constant in Tumaco. Proof of this are the 15,000 motorcycle taxidrivers who earn their living day to day moving people in Tumaco from one place to another. The economic crisis worsens, in part because the city continues to receive the displaced populations from rural areas as a result of disputes over territorial control by the guerrillas and paramilitaries, fighting between government forces and illegal armed actors, and strategies of forced eradication of coca crops that affect one’s means of daily support without offering economic alternatives. The humanitarian crisis especially affects the Awa indigenous peoples and Afro-Colombian communities, particularly women, children and youth who are constantly victims of forced recruitment and/or who are forced to be used as informants and whistleblowers to monitor the movements in the neighborhood using a cell phone. These youth are also used for micro narcotrafficking.

Poverty, lack of opportunities, and the pressure of having to maintain a family also subject many women who are heads of households to be victims of labor exploitation by commercial fish companies where they work long hours without labor protection or social security. This situation has been denounced by several women’s organizations in Tumaco. The single mothers are forced to do work in degrading conditions for low pay (the women who collect conch shells are paid between 9 and 11 pesos for every 100 shells, an activity that requires working more than 8 hours in the heat of the sun without leaving the mangroves; shrimp cleaners spend all day on their feet to earn $1,200 pesos per kilo. Additionally, the women of Tumaco are linked – unlike in other regions – to all activities in the palm industry under conditions that require time and effort, and they don’t receive equal compensation to their male counterparts).

Women from Tumaco in the palm industry.





The economic crisis was exacerbated by a disease that rotted out the hearts of palm trees, affecting more than 28 thousand hectares of large, medium and small-scale palm producers’ crops, which has been the main economic activity in Tumaco since the 60′s.



"The palm industry in Tumaco."

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“Yes We Can”: The Rescate las Varas Community Council and the intervention model of the PCNT in Tumaco


By Nancy Sánchez and Yamile Salinas Abdala

Undoubtedly, the voluntary eradication of 880 of the 900 registered hectares of coca, investment in road infrastructure, aqueducts, schools, systems rooms, and in food security and productivity projects, could make this case a successful model to represent the national policy of territorial consolidation (PCNT- National Territorial Consolidation Plan) and of Integrated Action.

The objective of a joint visit by Indepaz and Minga 1 then, was to see the conditions in the field and to establish the reach of the PCNT Coordination Center by looking at the experience of the members of the Rescate Las Varas Community Council, themselves inhabitants of San Luis Robles- the main urban center- and the 15 surrounding villages in the municipality of Tumaco. The Rescate Las Varas Community Council is one of the 15 affiliates of the Network of Community Councils of the Pacific South (RECOMPAS). Fourteen of the affiliates are located in Tumaco, and one, ACAPA, in Francisco Pizzaro (Table 1). The fifteen Councils have been given titles to more than 260 thousand hectares, where almost 55 thousand people live in 238 communities2. Las Varas was the last Afro-Colombian territory constituted in Tumaco (2006) with an area of nearly 15 thousand hectares, and inhabited by 14,674 people (Diocese of Tumaco, 2011).

The objective of a joint visit by Indepaz and Minga 1 then, was to see the conditions in the field and to establish the reach of the PCNT Coordination Center by looking at the experience of the members of the Rescate Las Varas Community Council, themselves inhabitants of San Luis Robles- the main urban center- and the 15 surrounding villages in the municipality of Tumaco. The Rescate Las Varas Community Council is one of the 15 affiliates of the Network of Community Councils of the Pacific South (RECOMPAS). Fourteen of the affiliates are located in Tumaco, and one, ACAPA, in Francisco Pizzaro (Table 1). The fifteen Councils have been given titles to more than 260 thousand hectares, where almost 55 thousand people live in 238 communities2. Las Varas was the last Afro-Colombian territory constituted in Tumaco (2006) with an area of nearly 15 thousand hectares, and inhabited by 14,674 people (Diocese of Tumaco, 2011).

Source: Diocese of Tumaco 2011, with Incoder and RECOMPAS information, page 166.

“The strength we have comes from the community.”

The first point of clarification from the communities is that what has been achieved to date is the product of a long process of building internal strength and is not part of any Consolidation Plan. In 2008, tired of violence and faced with the death and disappearance of at least 8 people from multiple villages in the Council3, combined with the breakdown of trust between neighbors, the loss of spaces for integration, gathering, and dialogue, and a constant pressure from armed groups (the paramilitary, guerrilla, and army), a Community Council Assembly decided to abandon coca crops and to instead adopt a proposal to be put forward by local leaders to the Provincial Government for voluntary eradication in exchange for investment in crop substitution and the improvement of living conditions for the population (2008-2011).

“We are ill- prepared to assume this challenge. There were 480 people screaming out their demands that they wanted nothing to do with illicit activities because it ruined the bonds within the community and recreational pastimes. There were youth with fancy footwear and parties everywhere, but at the same time one did not know if he would arrive alive to his house at night. This was our first petition and we fought hard.”3 (Las Varas Community Council leader).
That is when a long concensus-building process began in every village (from October 2008 to December 2009). The first task of the Board of the Government Council was to restructure the governance in the territory in order to strengthen the decision-making spaces from the base instead of from a top-down structure, making it an exemplary Village Committee government. To do this, the ancestral(*) traditions of dialoguing and consensus and decision- building were recovered(*). One example is the recovery of what are known as &ldquou;mentideros”: bamboo benches where the families of our ancestors would sit for many hours to debate about the principal aspects of development in the community). The creation of roles for oversight and story-telling was important in these social and community strengthening processes, and were demonstrated by the Village Committees through the constitution of thematic sub-committees for infrastructure, productivity projects, youth and women, among others.
In October of 2008, joint work between the community and the Provincial Government of Narinño began. This initiative led to a body for territorial work, based on collaboration and giving rise to the formulation of the YES WE CAN LAS VARAS PROGRAM, backed by the Life Plan of the Community Council (2002) and the Ethno-development plan “Nariño Pacífico” (2008-2011). These had three strategic points that the Council Government Board, accompanied by the Management of the Pacific of the Provincial Government of Nariño, used to initiate the organizing of the Program Projects, and that coordinated regional, national, and international cooperation. The core themes are:

1) Financial Productivity. Understood as: a) Producing for Life: Given the nature of the food shortage produced by the substitution of coca crops, a productive focus on self-sufficiency that leaves a surplus for the local market is needed for the recovery of food security. Beginning in 2010 an implementation of food security farms that plant rice, corn, beans, tomatoes, and cucumbers for the 1,256 families of the Council. b) Production for financial growth and the reinvigoration of the local market: rehabilitating cacao crops and rice processing with the objective of generating revenue and revitalizing the local market through a social responsibility marketing strategy known as “Stamp of the Pacific.”

2) Basic infrastructure for human development (aqueducts and the improvement of roads), restructuring educational programs and proactive health care: the construction of pedestrian bridges, vehicle and tertiary bridges, classrooms, school cafeterias, etc.

3) Culture for Life. Centering its work in: a) the organizational strengthening of the communal structure of the Council for territorial governance b) cultural identity c) the recovery of ethnic values d) the recovery of social fabric.

What is original about the proposal is that for the first time- at least publicly- United States aid supports a program for the gradual and agreed-upon substitution of coca crops, instead of imposing the traditional criteria of “zero coca” as a pre-existing condition for social investment. This conditionality has impeded similar initiatives to that of the Rescate Las Varas Community Council in other parts of the country, especially in Putumayo, where there was exclusion from the benefits of the Guardabosques (Forest Care- Taker) Program, including instances in which 80% to 90% of possible manual and voluntary eradication had been achieved (leaving a few crops behind on the property of once large-scale growers), leaving the small-scale farmer without alternatives or opportunities.

How to overcome this impediment? The community affirms that it was a difficult process to recuperate trust where undoubtedly the political will and accompaniment of the Provincial Government of Nariño (Management of the Pacific and its Technical Union) played a fundamental role [in challenging it]. To that end, a member of the Board of the Government Council comments: “Social Action (Acciñn Social) and USAID were telling us that they wanted to enter into a territory that was free of coca, but one thing is to say so and another is to do so. If they have not been able to [clear coca] with helicopters, aircrafts and military personnel, how were we going to be able to do it ourselves?”

Another leader expresses:

Some people have this type of thing (coca) in their hearts and minds, the ADAM- USAID program and the provincial government were the first to join this proposal of 1,252 food security farms, the building of a bridge, a sports multiplex that cost 300 million Colombian pesos, the improvement of the Robles- Chivi road, and 1,600 million Colombian pesos for the Robles Health Center. They are planning for systems and general-use classrooms. They are planning for highways, drinking water, they aspire to having a university.”

A Project Constructed by the People


More than a project under the initiative and coordination of the Coordination Center for Inter-agency Action (PNCT’s CCAI program), the program “Yes We Can Las Varas” is a proposal constructed from the grassroots (horizontally) in which the Consolidation Policy and CCAI become united afterwards (in February 2010). According to the Government Board of the Las Varas Council, it is this internal organization that allows aid to enter the territory effectively, “more than the consolidation plan, what we look for is coordination among entities”, “we don&rdquolt share [the vision] of Plan Colombia, which implemented projects designed in Bogotá; the strength that we have is rooted in the community, the proposals come from the community, it’s not like the Consolidation Plan which is something imposed on us.”

In contrast to other CCAI and to Tumaco in general, within the Rescate Las Varas Community Council there is no visible presence of the Public Forces. From Tumaco to the Community Council, a trip of approximately 40 minutes, there are no road blocks, police posts, or military personnel stationed at the bridges or main roads.
The community remembers that there was a military presence up until 2008, but not afterwards. During the last 3-4 years, the community itself has taken charge of recovering security, which for them is defined by the absence of illegal armed actors in their territory. When asked, “how did the community achieve this?” they respond, thanks to the recovery of trust between neighbors and using the authority of their own government.

Principles of the Yes We Can Las Varas Program

• To work on expanses of 40 to 50 hectares of land.

• To not fumigate areas taking part in the project (assured by the geo-referencing and monitoring of illicit crops by Satellite Information System –the United Nations’ SIMCI ).

• Security and social cohesion.

• Participation of both growers and non-growers of coca, in order to avoid that non-growers plant coca in order to have access to programs.

• Strengthening Democracy: the programs are consulted with and revised by the community.

• To promote the concurrence of government entities like the National Learning Service (SENA), the Colombian Institute for Family Well-Being (ICBF), the mayor’s office, Ecopetrol and the Office of the Municipal Attorney.

The decision to eradicate coca was not one that was made easily, implicating a clash with armed actors who did not accept the decision, and who were given to seek resolution through violence. Even still, one leader indicates, “we clarified our resolve to the armed actors and that our decision was one made by the whole Community Council, telling them that they should respect the community and asking them to abandon our territory. We achieved this, and without the use of a single bullet.”

But this has its costs. Seven leaders gave their lives for pursuing this project. Leaders who came and went from the Council to the city of Tumaco in their role as project promoters were accused of being informants (***) and assassinated. Others have received threats and can’t travel to the territory of other Community Councils. The most difficult situation is the FARC’s threat to all Community Councils and the order given to have them disappeared. Despite this they decided to continue. “We’re here and we’re here to stay”, was their mantra.

“Military presence doesn’t lead to safety, security comes from the community itself”.

Leaders and representatives of the Council are clear in pointing out that conditions of insecurity come from outside the territory. For example, due to the activities of delinquent bands who steal boat motors and murder boat owners, as well as armed actors who desire to control strategic corridors exiting out to the Pacific Ocean, Council citizens don’t enjoy access to the maritime route leading to Tumaco and other Community Councils. For them, the presence of the Public Forces does not guarantee safety. They compare the situation of the Community Council territory to that of Tumaco, where military and police concentration is greater and yet there are still serious problems of governance and violations of human rights.

Sustainability: A Challenge

During the redesign of PNCT4 currently taking place with the support of USAID – AECOM, one of the main challenges is guaranteeing the sustainability of initiatives and participation like those of the “Yes we Can, Las Varas” program, especially faced with the election of new provincial and municipal authorities. As reported in the table below, the “Yes we Can” program is one of the core initiatives of the administration of Navarro Wolf, elected by the Democratic Pole Party, and implemented in the Nariño municipalities of Tumaco and Leyva, culminating in December of this year.

The goal of credibility and trust in the efforts to coordinate and fund the PNCT, and in aid from the United States – the main ally to Integrated Action-demands the continued support of community interventions such as the one examined here, and the expansion of them to other communities in Tumaco and other regions of the country battered by coca crops and narco-trafficking.

1 The visit took place as part of the project International Citizens Monitoring of the Integrated Action Model – Washington Office on Latin America (Wola),Center for International Policy (CPI), MINGA Association and the Institute of Development Studies (INDEPAZ).

2 Diocese of Tumaco, Que nadie diga que no pasa nada. Una mirada desde la Región del Pacífico Nariñense [May No One Say that Nothing is Going On. A Look at the Pacific Region of Nariño] Balance No. 2. March 2011.

“Waiting for Consolidation”

We are proud to present “Waiting for Consolidation” (PDF), a 16-page publication compiled from highlights of the reports that we have posted to this site over the past year.

In a more portable, printable format, “Waiting for Consolidation” lays out our organizations’ principal findings, concerns and recommendations following our 2011 research visits to Tumaco, Nariño; the La Macarena region in Meta; and the Montes de María region in Sucre and Bolívar. We hope that you find it to be a useful overview of our work over the past year to monitor Colombia’s U.S.-backed National Consolidation Plan strategy.

“Consolidation,” land restitution, and rising tensions in Montes de María

Map of Montes de Mar?a municipalitiesFor nearly 5 years, with U.S. support, Colombia’s Montes de María has been a priority region for the government’s National Territorial Consolidation Plan (PNCT, or “Consolidation”). The PNCT, as we have explained elsewhere, is the successor program to “Plan Colombia.” It is a combined military and civilian “state-building” strategy operating in a few zones that have seen little prior government presence. Montes de María is a historically conflictive region of 15 municipalities (counties) located inland from the Caribbean Sea, about 2 hours’ drive south of Cartagena.

In November 2011, researchers from two Washington-based organizations (Washington Office on Latin America [WOLA] and Center for International Policy [CIP]) and two Bogotá-based organizations (Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz [INDEPAZ] and Asociación MINGA) visited several municipalities of the Montes de María region, including all four in which the Consolidation program is operating. These are San Onofre and Ovejas in the department of Sucre, and El Carmen de Bolívar and San Jacinto in the department of Bolívar. (WOLA staff also visited the region in August 2011, accompanying U.S. Rep. Jim McGovern [D-Massachusetts].)

We found a zone where, following several years of relative peace, tensions are rising. The national government is gearing up to launch an ambitious land-restitution program. Consolidation, meanwhile, gives a big role to the military while assisting small farmers, including returning displaced populations, and improving local government. This is happening amid a backdrop of rapid concentration of land in fewer hands, a notable increase in violence against small-farmer leaders, doubts about local leadership, and the presence of “new” paramilitary groups.

The land restitution program, an initiative coming from Bogotá, and the “Consolidation” program, designed in Bogotá and Washington, confront an environment that is complex at best and outright hostile at worst. To succeed, both will require extensive political will, resources, attention from top leaders, and a well-defined plan. These elements are not yet in place, we conclude from our interviews of military and civilian officials, local government leaders, development practitioners, civil-society leaders, analysts and others.

Montes de María

In a country that never implemented a true land reform, the Montes de María region is notable for being home to some of Colombia’s most cohesive and active small-farmer (campesino) activism. It is also notable for the ferocity of the landowner-supported paramilitary backlash against this activism in the late 1990s and early 2000s. A remarkable 2010 report from Colombia’s Historical Memory Group, detailing this fertile area’s struggle for land, puts it well.

This zone combines two essential conditions. First, it was the epicenter of the most important campesino movement of the 20th century’s second half, not just in Colombia but perhaps in Latin America: the National Association of Campesinos (ANUC), a contemporary of the also notable Campesino Federation in Peru. And the second reason was that in that zone — not coincidentally — was incubated a political-military program of regional state capture and configuration of a submissive society, which included the dismantling of campesino organizations and the reversal of the grants of small landholdings carried out since the 1960s.

The paramilitary terror campaign in Montes de María, which reached its height in 2000-2002 and encountered no military opposition, included dozens of massacres so brutal that the names of the towns where they occurred (El Salado, Chengue, Macayepo, Mampuján) are infamous throughout Colombia. In the four municipalities where the PNCT is focused, according to a confidential report from a PNCT-funded consultant, violence since 1995 forcibly displaced more than 110,000 people, or over half the population.

Home abandoned by displaced people in Chinulito, SucreOver the course of the 2000s, Montes de María grew steadily more peaceful. The paramilitaries who came to dominate the zone underwent a negotiated demobilization process with the government, and (perhaps more importantly) began to encounter significant opposition from Colombia’s Marines — the principal military force in the zone — during the second half of the decade. The FARC guerrillas, for their part, were dispersed from the area following a 2007 bombing raid that killed their longtime commander. At present, Colombia’s security forces — the Marines, supported by other armed services within the Joint Caribbean Command, police in the towns, and three 150-man police carabinero units in the countryside — face little violent opposition in Montes de María.

Still, illegal activity remains common. Coca (the plant used to make cocaine) is not cultivated, but large quantities of cocaine continue to pass through on their way to the Caribbean. “New” paramilitary groups, especially the Rastrojos and Urabeños, are present especially in the northern and western part of the region.

Montes de María, meanwhile, gained notoriety throughout Colombia for the linkages between its political machines and the AUC paramilitary group. Colombia’s “para-politics” scandal hit the local political class very hard, sending governors and senators to jail. Their patronage and influence networks remain intact, however, as the same political groups remain in control in most municipalities following October 2011 mayoral and gubernatorial elections. The newly elected governor of Sucre department, reported Colombia’s most-circulated newspaper El Tiempo, comes from a “caste that has governed for years in spite of ‘paramilitarism.’”

Though they won a majority of votes, local politicians were the targets of most of the anger we heard from citizens in the region. Corruption remains at epic levels. The largest municipality in the region, El Carmen de Bolívar, went through about three dozen acting mayors in 2009. Residents of San Onofre said that it costs about US$2 million to run a successful campaign, using funds of unclear provenance, to win the impoverished municipality’s mayorship.

With lower violence, and some displaced people seeking to return, Montes de María is hosting some flagship government projects supported by the international community. These include the land restitution program initiated by a law passed in June 2011; a European Union-backed “Peace Laboratory” of social and economic development programs; a proposal to declare much of the region a “Campesino Reservation Zone” in which sales of small landholdings would be restricted; and, of course, the National Territorial Consolidation Plan.

The Consolidation Program in Montes de María

The Colombian government launched the PNCT in Montes de María in mid-2007, making it the second zone (after the La Macarena region of south central Colombia) to receive significant investment coordinated by a national Center for Coordination of Integrated Action (CCAI). At first, the program was headed by an active-duty military officer, a Marine general who was known in the region for breaking with precedent and confronting the paramilitaries.

The Montes de María effort counted with advice and support from U.S. Southern Command, and starting in early 2008, with resources from the U.S. Agency for International Development’s Office of Transition Initiatives (OTI), a unit designed to carry out smaller “quick-impact” development projects in a more agile, shorter-term and less bureaucratic manner. Southcom and OTI supported the creation of a “Fusion Center,” later renamed a “Coordination Center”: an office in Cartagena at which military, police and civilian development representatives would work together in the same space to coordinate the PNCT’s management. The Coordination Center, managed by the Colombian Presidency’s “Social Action” office, opened its doors in early 2009. (For a thorough look at the Montes de María Consolidation program as of mid-2009, see CIP’s “After Plan Colombia” report published that year.)

View of San Juan Nepomuceno, Bol?varThe OTI program (whose missions are designed to be short-term) ended in mid-2010, with USAID’s role shifting to management of a five-year, $32 million project to support the Consolidation effort in Montes de María. The contract for this project was awarded to CHF International, a Washington, DC-area corporation. CHF worked with the Coordination Center on a set of assistance and capacity-building programs for the four municipalities chosen for “Consolidation.”

The CHF-supported programs, which bear the highly visible name “Colombia Responde,” started work during the second half of 2010. Colombia Responde seeks “to work collectively with multiple actors and in coordination with local and regional governments to establish a sustainable state of peace and security” in Montes de María.

In 2009 the Consolidation program’s main goal in Montes de María was to help a small number of returning communities of displaced people recover land and improve their economic conditions. While that is still a component, the Colombia Responde mission is broader. The program now has two objectives: to strengthen local government and civil society capacities, and to increase economic opportunities.

Colombia Responde staff, along with consultants working as public policy advisors, put a heavy emphasis on capacity-building, offering frequent training and workshops on subjects like management, planning, participation and transparency. Under a project called Participatory Action for Community Engagement, the program works with communities on short-term plans for development, and community leaders are trained to develop realistic plans and budgets. Twenty such community plans had been presented to mayors’ offices, where co-financing is expected, as of late 2011. Further training aims to equip local governments and community leaders to guarantee transparency over how money is spent.

Colombia Responde’s income-generation activities have included some “quick-impact” infrastructure projects, especially improvements to sections of tertiary roads linking farmers to markets. However, the bulk of primary road-building has been carried out by the Colombian Marines. Instead, the Colombia Responde program sponsors “productive projects” — agricultural development programs — with recipient communities, most of whom include formerly displaced people who have returned. Participants in productive projects, we were told, are consulted about what they wish to produce, and receive technical support, food security assistance and credit. If the crop in question takes a few years before the first harvest (like cacao, a frequent choice of communities), growers receive a subsidy equivalent to minimum wage from a fund that will be replenished from the eventual profits of their production.

View from the roadColombia Responde manages a project for formerly displaced farmers called “Return to My Land,” which accompanies their return to their communities of origin by providing for basic needs. As part of that project, some farmers are to receive assistance in obtaining clear title to their landholdings. This land formalization process — which is parallel to the land-restitution program just getting underway throughout the country — is excruciatingly slow and complicated. In Ovejas municipality, for example, Colombia Responde expects to title over 300 landholdings, but as of November 2011 had only managed 25.

For its part, the Colombian military and police forces’ participation in the Consolidation program, with a modest but unknown level of U.S. support, has been large and at least as visible as Colombia Responde. The Marines and police have focused on providing security, building roads and other infrastructure, and meeting regularly with communities.

Evaluations of the PNCT in Montes de María

At a Bogotá gathering of campesino leaders to discuss the Campesino Reserve Zones proposal, we had an opportunity to talk separately with representatives of communities from San Onofre, El Carmen and Ovejas participating in Colombia Responde programs. Even without Consolidation officials present, the group was effusive in its praise of the program. In particular, they noted the rapidity with which assistance arrived, the way the process was taking their input into account, the armed forces’ improved relations with the population, and the fact that this was the first time Colombian government institutions had treated them with respect.

On the minus side, they admitted that land titles had been slow to arrive and that trust in the local governments (mayors’ offices) remained low. They also felt estranged from nearby communities that were not receiving assistance from the program.

Most concerns and critiques about the program came either from communities not participating in the program (including some from outside the PNCT’s four municipalities in Montes de María) and from campesino activists, analysts and development workers not affiliated with the program. The principal critiques we heard were the following.

  • The program’s limited geographic scope, which excludes much of the Montes de María region: “How can you only work in four out of 15 municipalities?” the head of another development program asked. “It’s like a mother of 15 favoring four of her children.”

  • Planning, either not enough of it or too much: During the PNCT’s initial phases in Montes de María (2007-2010), an official with program responsibilities told us, the Cartagena-based Coordination Center came under some criticism for a lack of a detailed workplan. The office’s small staff (a military representative, a police representative, and two representatives of the Colombian Presidency’s Social Action office) had a set of programmatic objectives and the outlines of actions to take. But its project plan did not go much further. “They had a proposal. But a proposal is not a workplan,” this official said. CHF — which reports directly to USAID, not the Colombian government — endeavored to make more thorough and professional planning a priority once it began work in 2010.

    On the other hand, we heard sentiment from some communities that planning was getting so much emphasis that it appeared to be a substitute for action. “We see a lot of workshops and meetings, but not enough results,” said a community leader from Ovejas participating in a training workshop. While this may simply be impatience with non-immediate payoffs, these sentiments are a concern because a perception of inactivity could hurt the program’s credibility among the population.

  • The military’s outsized role: Military and police representatives of the Coordination Center assured us that, in the field, the PNCT presence is “fundamentally civilian.” As elsewhere in Colombia, however, the PNCT involves military personnel playing roles that have little or nothing to do with combat or protecting the population, and that could, under adequate security conditions, be played by civilians. These include building infrastructure, especially what will be the only paved east-west road crossing Montes de María. Some interviewees criticized the quality and slowness of this road’s construction — it was being built when we visited in 2009, and is not finished yet — alleging that the Transportation Ministry could have done a better job than the Defense Ministry. Others, however, acknowledged that damage elsewhere from severe flooding since 2010 caused both civilian and military road builders to be called to fix highways elsewhere.

    Other unusual military roles we heard about were soldiers providing health services, training schoolchildren in avoiding domestic abuse, and forming Campesino Leaders’ Associations to work with the PNCT. In a related concern — a charge we have been unable to corroborate — leaders from Ovejas told us that active-duty military officers have been buying up land from campesinos in their municipality.

  • An alleged unwillingness to work with existing organizations and processes: “We didn’t come here to divide people,” the Coordination Center’s staff told us. But elsewhere, we heard repeated concerns about the arrival of a large, well-funded program in a zone that — unlike the remote agricultural frontier of the La Macarena region — already has a number of social organizations and development programs. “Colombia Responde has an ‘Adam complex,’” a campesino leader in El Carmen said, accusing the program of acting as though nothing had come before it. A leader from Ovejas complained that the program is “creating unnecessary alternative networks.” Others charged that Colombia Responde was not hiring existing businesses and organizations to carry out projects, that contracts were instead being given to outside groups, or to newly formed groups.

    Some whom we interviewed clearly see the PNCT as competition, while others, somewhat conspiratorially, see a conscious divide-and-conquer strategy. “For the viejos of the ANUC, it really pains them to see how the group is being divided,” an activist in El Carmen told us. An official from an existing development program that follows a slower, more process-oriented methodology worried that the PNCT’s quick-impact projects were changing the local culture: “people want to see the money first before they work with you.”

  • A lack of focus on the justice system: The Consolidation program intends to strengthen the presence of civilian government institutions in zones that have historically seen very little such presence. In Montes de María, where the security situation does not prevent civilian government agencies from operating, that civilian presence has increased at least slightly. The justice system, however, lags badly behind. Residents of El Carmen de Bolívar told us that their town, the largest in the region, has only three judges. San Onofre has only one judge and one prosecutor. This is simply not enough to adjudicate cases of violent crime, corruption, human rights, land fraud, and other issues of central importance to the success of “Consolidation.”

  • Concern about local political leaders’ ethics and interests. The PNCT places a strong emphasis on working with local governments, which channel significant resources from the central government, command police, and share responsibilities for managing issues like land tenure and assistance to displaced people. Some mayors and governors of Montes de María ran into serious trouble in the “parapolitics” scandal. While current officials do not face accusations of the same gravity, we repeatedly heard strong opinions about disorganization, influence-peddling (“politiquería”), clientelism, and corruption among departmental and municipal officials who are meant to be the PNCT’s principal partners. We also heard concerns that elected officials, even when not accused of corruption, are likely to protect the interests of their largest campaign contributors: the large landholders and agribusinesspeople who have been accelerating their acquisitions of farmland in Montes de María region in the past few years.

A troubled context: land tenure and victims

It is this issue — the land, who controls it, who is buying it, who is selling it, and who is being forced off of it — that hangs over Montes de María like a storm cloud. Land tenure is the central concern in this unusually fertile and strategically located region. The Consolidation and land-restitution programs, under the leadership of apparently well-intentioned officials, are seeking to address this concern. But they are coming online within a complicated context of competing agendas and growing tensions over land ownership.

By 2007, the FARC’s eviction from the area and the military’s policy of confronting paramilitary violence brought a period of calm — and with it, a very sharp rise in agricultural property values. Wealthy investors and shadowy corporations — their partners’ identities a closely held secret — have since been scouring Montes de María for land to buy, and increasing the region’s already unequal landholding.

Colombian journalist Alfredo Molano names some of the mysterious companies, whose names we also heard during our visits: “Tierras de Promisión, Arepas Don Pancho [or “Don Juancho”], Agropecuaria El Carmen, and Agropecuaria El Génesis.” Some encourage land sales while cloaked in the guise of development aid associations. Names frequently cited include the “Federation of Leaders of Montes de María” and the “Friends of Montes de María Corporation.” The latter group identifies itself, down to its logo, in a way that makes it closely and confusingly resemble the Montes de María Peace and Development Foundation, the non-profit organization that manages the European Union’s “Peace Laboratory” projects.

Comparing the logos of the Foundation and the land-buyers

They have many potential sellers among the region’s remaining smallholding campesinos, many of whom received their parcels from the government after the land movement activism of the 1960s and 1970s. Some are selling to the newcomers because the offers appear generous. Some are selling because, years after being displaced to cities like Cartagena and Sincelejo, they no longer wish to live in the countryside.

Many more, however, are selling because they see no other choice. Of these, some owe unsustainably large amounts on the government loans they used to purchase their properties — loans they could not pay after being violently displaced a decade ago. Others are selling because the recently arrived land purchasers are buying up all of their neighbors’ parcels, leaving them surrounded by private holdings, at times even cut off from access to roads and water. Many of those forcibly displaced have seen their land titles stolen out from under them by criminals colluding with corrupt land-registry officials. And still others, discussed below, are selling in the face of threats and intimidation. Data gathered by the Colombian NGO ILSA (Latin American Institute for Alternative Society and Law) have shown a strong correlation between areas of massive land purchases and areas of greatest displacement in Montes de María.

The buyers are not all shady speculators. Some of Colombia’s largest companies — Argos, Monterrey, Colanta — have launched agribusiness projects in Montes de María within the past few years. Crops that have been massively planted include teak trees, sugar cane (mainly for biofuels) and African oil palm (for food and biofuels). These vast areas of monoculture are profitable, but employ few people: palm oil, for instance, requires about one employee per hectare.

Palm processing plant in Mar?a La Baja, Bol?varOne of the pioneers of African oil palm monoculture in Colombia is Carlos Murgas, a former agriculture minister. Murgas has invested heavily in oil-palm cultivation around the site of a processing plant in María La Baja municipality, which borders two of the municipalities chosen for the Consolidation program. (We requested a meeting with directors of the processing plant, but were turned down.) Local leaders told us that unlike other investors in big monoculture projects, Murgas is not massively buying up property: his company is instead encouraging — some said pressuring — nearby communities to grow palm for the oil-processing plant. “Murgas is a great expert in agricultural economy,” writes Alfredo Molano, “which allowed him to see clearly that the true business is not in owning land, but in controlling its use.” Or as one development expert more succinctly put it, “Why have more property if you’re Murgas?”

The region’s remaining smallholding campesinos are organizing to respond to the concentration of land. In 2010, the government of Juan Manuel Santos surprised many by agreeing in principle to a longstanding request of the region’s campesino groups: the establishment of a “Campesino Reservation Zone” in which sizes of parcels and sales of land would be limited. The idea of creating such a zone — a figure established by a 1994 law — had gone nowhere during the 2002-2010 government of Álvaro Uribe, who favored an unfettered free market in the countryside and publicly associated the Reservation Zones with the guerrillas’ agenda. The process of creating such a zone is advancing, with one nearing approval and demarcation in Montes de María.

Campesino groups want a larger zone than what the government has proposed. On the other side, some in the government — including officials with responsibility for the Consolidation program — are concerned that the Reservation Zone will go too far in restricting the market for land, depressing values and thus making it impossible to obtain credit. Supporters of the Reservation Zone proposal, in turn, voiced suspicions that the Consolidation program “goes in the other direction,” as communities that benefit from the PNCT may be less willing to participate in the Zone. Needless to say, the investors who are busily buying up land in the region are staunchly opposed to the creation of a Campesino Reservation Zone, and by some accounts are scrambling to accumulate as much territory as possible before the Zone is officially declared.

Tensions and Threats

With this array of forces, and the big land-restitution program on the way, tensions and threats increased in Montes de María in 2011. We were alarmed by the frequency of violent acts against campesinos in the region. We are concerned that these may be the first signs of a violent landowner backlash.

Large landholding south of San Onofre, SucreWhen discussing threats against them, communities generally did not refer to the “new” paramilitary groups active throughout much of northern Colombia, especially the department of Córdoba immediately to the west. While groups like the “Rastrojos” and “Urabeños” are present in the area, they said, they have mainly confined their activities to narcotrafficking. “They make their shipment and then leave,” a San Onofre resident told us.

Instead, local leaders referred most often to armed men — “hombres armados” — as those responsible for acts of violence and intimidation. Some intimated that they may be linked to large landowners and land purchasers.

At least four leaders of groups that have received land, or are petitioning for land, were killed in the Montes de María region between May 2010 and June 2011. Most were killed in San Onofre, the municipality where paramilitary leader “Cadena” located his headquarters at the height of the 2000-2002 violence.

  • On May 18, 2010, Rogelio Martínez was killed near the La Alemania farm in San Onofre. La Alemania is a well-known case: a 550-hectare farm that the government granted to 52 organized families in 1997, only to have it stolen by AUC paramilitaries.
  • Óscar Mausa, a displaced leader trying to recover his original lands in Antioquia department, was killed on November 24th, 2010 in San Juan Nepomuceno.
  • Éder Verbel was killed on March 23, 2011 in San Onofre. (For its activism on behalf of victims, the Verbel family was featured in a 2005 New York Times article about San Onofre.)
  • Antonio Mendoza, a displaced-community leader and town councilman from the left-of-center Polo Democrático party, was killed on June 20, 2011 in San Onofre.

San Onofre victims’ movement leaders said that the second half of 2011 was a bit calmer, though threats continue to arrive frequently. In Ovejas, meanwhile, tensions continue around the efforts of 113 families to recover La Europa, a farm granted to them in 1969 from which they were displaced by paramilitaries. Upon returning to the area, the families discovered that much of their farmland had been purchased by a shadowy company called “Arepas Don Juancho.” Campesino houses on the La Europa farm were torn down, or burned down, by “unknown men” on at least two occasions in 2011. In San Jacinto, residents’ commemoration of the 1999 Las Palmas massacre hosted an uninvited guest: men taking pictures from an SUV parked nearby. When they investigated the vehicle’s license plate, they found that it belonged to “señores de la compra de tierras” (men involved in land purchases).

Some of the most troubling recent incidents are occurring in María La Baja, the municipality with the region’s most extensive oil-palm cultivation. We heard recent accounts of groups of armed men entering hamlets in areas where land values are high, especially because of access to irrigation. With lists in hand, they threaten and interrogate community members, demanding information about their economic activity and resources they receive from the municipal government.

Most alarming of all, María La Baja leaders said they had counted 11 cases of rape by armed groups in September and October. The sexual violence appears to follow a pattern in which the armed men invade a house, threaten the male owner, and attack the owner’s wife, not his daughters or any other women present. The armed men then leave, and in most cases the family abandons the land.

Fear is increasing, especially in areas where land purchases are greatest. These threats are a huge limit on campesino organizations’ work. Memories of the bloodshed of 10 years ago are still very fresh, and it does not take much to dissuade people from organizing and pressing for land claims. “You have to be careful,” Ovejas community leaders told us. “You can’t use words like ‘social mobilization’ or talk about human rights.”

A reorganization at the top

It is within this context that the U.S.-backed Consolidation program, and the Colombia Responde program, must operate. On one side are small farmers claiming their land, fearing dispossession, and promoting measures like Campesino Reservation Zones. On the other are large landholders and their backers in the local political system.

View of Zambrano, Bol?varThe PNCT is in an uncomfortable position: its mandate requires it to work with the small farmers on land titling (and land restitution) and productive projects. But its mandate also requires it to work with local governments, increasing the capacities of institutions that have shown little interest in protecting small farmers and that have even collaborated with the dispossessors.

In order to confront local resistance and protect their beneficiaries, the PNCT and Colombia Responde — as well as the agencies that will carry out land restitution — will need clear, strong, visible backing from the central government in Bogotá. But the messages from the capital are mixed.

For most of 2011, the Santos administration appeared to have placed the PNCT on the back burner. The program was undergoing a “rethinking” and reorganization process, with 15 thematic working groups involving 60 government agencies. Results of this review were to be announced with a formal launch expected last June, then postponed until after the October local elections. But no formal announcement of a new strategy has come.

Instead, the Colombian Presidency has reorganized its well-resourced social development agency, previously known as “Social Action,” in a way that appears to place the Consolidation program on a more prominent, autonomous and perhaps less military-heavy footing.

In November, “Social Action” was replaced by an even larger agency in the Colombian presidency, known as “Social Prosperity.” This agency has four programs, of which one — Territorial Recovery and Development — includes the Consolidation program. The head of this program, Álvaro Balcázar, previously ran the Consolidation effort in the La Macarena region. Balcázar told us that the Colombian government is committing US$1.5 billion to the PNCT nationwide between 2011 and 2014.

Now that Bogotá has finished rearranging things, the central government will have to do more to make its presence felt in Montes de María. Helping the campesinos of Montes de María win the right to remain on their land and enjoy greater economic prosperity may prove to be difficult, especially as the restitution program gets underway. If this is truly the mission of the Coordination Center and the Colombia Responde program, then these entities will need more resources and more direct political backing from “Social Prosperity.” Their recipient communities will also need more protection from the national security forces.

Recommendations

Based on our observations of Montes de María, we recommend that the Consolidation program adopt the following adjustments on an urgent basis.

  1. Do more to protect campesino communities in the four municipalities, whether or not they are direct recipients of PNCT assistance. This means improving response times and the quality of investigations after threats are issued. In rural zones, it also means having procedures in place to determine whether the response should fall to the armed forces or to the police, which (other than specialized units) normally do not operate outside of town centers. The absence of guerrillas alone does not mean that Montes de María is now a zone of social peace. The security forces must work to eliminate the presence of “new” paramilitaries and other criminal groups. The justice system must do more to confront elements of the state on which these criminal groups, and the region’s illegal land purchasers, depend.

  2. In order to do so, the justice system must be present in Montes de María in the first place. Numbers of judges, prosecutors and investigators must increase, and their offices will need modern equipment, particularly databases and technology necessary to adjudicate land claims. Cases of murdered land-rights leaders need to result in rapid, visible verdicts against those responsible. Curtailing impunity is the best way to prevent future murders.

  3. Actions must assure campesinos that “Consolidation” will not dispossess them. We repeatedly heard fear that a greater presence of the state will mean pressures to get small farmers off of their land. In the minds of many, the state is equivalent to large landholders, including those currently making massive purchases. The PNCT needs to break with that, demonstrating through actions that the program intends to help farmers remain on their land — and to do so without pushing them into a monoculture economy. Titling of land is the action that offers the clearest assurance that “despojo” is not forthcoming. The security forces must ensure that protecting campesino lands and communities is a priority, which would be a historic change. And leaders in Bogotá need to be present in the zone frequently, both to accompany campesinos receiving land, and to stare down opposition from those accumulating and concentrating land.

  4. Work with local officials will remain challenging, given ongoing complaints about clientelism, corruption, and favoring of large landholders. This is crucial because in the population’s eyes, local officials’ behavior can either uphold or destroy the credibility of the entire Colombia state. The main recommendation here is that the Consolidation program continue to do what its officials say it is doing: building management capacities and focusing resources especially on local-government officials who, in the program’s judgment, appear to be most capable and honest. If PNCT officials encounter evidence of local authorities’ corruption, then they must ensure that the justice system investigates and punishes that corruption. Another area worth exploring is the encouragement and protection of whistleblowers within local government.

  5. A frequent request we heard from communities is that the PNCT place more emphasis on building roads, which are necessary to the economic success of the “productive projects” the PNCT is supporting. We second this recommendation, despite the reality that roads are very expensive, and that the damage from flooding since 2010 has been significant.

  6. We also heard requests that PNCT development planning work with campesino and displaced organizations that already exist, rather than create new structures. While we were unable to determine the extent to which the PNCT is actually doing this, we relay this recommendation because we heard it several times.

  7. Finally, as elsewhere, the Consolidation program needs to ensure that its military component relinquishes non-security duties to civilians as quickly as possible. A greatly increased military role in civilian life, with soldiers as road-builders and community organizers, must not be a permanent legacy of the Consolidation program in Montes de María.

En La Macarena, un Programa con “Piloto Automático”

A finales del mes de abril y a principios del mes de mayo del 2011, un grupo conformado por la Oficina para Asuntos Latinoamericanos en Washington (WOLA por su sigla en inglés), el Centro de Política Internacional (CIP por su sigla en inglés), la Asociación MINGA y el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (INDEPAZ), viajó a los municipios de Vista Hermosa y San Juan de Arama, en el departamento del Meta, ubicados a unos 201 Kilómetros hacia el sur-oriente de Bogotá.

Estos dos municipios hacen parte de la zona de La Macarena, un bastión de la guerrilla de las FARC, que fue el epicentro de grandes inversiones militares y sociales, durante los años 2006 y 2007. Desde entonces, EE.UU, Colombia y otros gobiernos cooperantes, han invertido alrededor de un cuarto de billón de dólares (unos $450.000.000.000 de pesos Colombianos) en seguridad, erradicación de cultivos, infraestructura, fortalecimiento gubernamental y desarrollo social.

El PCIM

El Plan de Consolidación Integral de La Macarena (PCIM) es hasta el momento el mejor ejemplo de la estrategia de Acción Integral o de la Política de Consolidación Territorial (PCT) que el gobierno colombiano, con la colaboración de EEUU, desarrolla para tener presencia en catorce zonas caracterizadas por condiciones permanentes de violencia. La PCT es coordinada por Acción Social de la presidencia de Colombia a través del Centro de Coordinación de la Acción Integral (CCAI). La sede principal del PCIM – “Centro de Coordinación”- está ubicada en una base militar a la entrada del municipio de Vistahermosa.

Foto #1: Centro de Coordinación en Vistahermosa.

Para la mayoría de nuestro grupo, esta era la segunda visita a Vistahermosa. La primera realizada en 2009 fue el insumo del informe del CIP en el que evaluó y expresó inquietudes sobre la consolidación territorial en la Región de La Macarena. Es importante resaltar que no obstante su proximidad a Bogotá, esta área de jungla y sabana ha sido sistemáticamente olvidada por el gobierno central. La población ha vivido por generaciones entre la guerrilla y los paramilitares, y ha sido una zona fundamental para el cultivo de coca. En 1998 las fuerzas armadas de Colombia evacuaron sus miembros en esa región, como parte de los pre-acuerdos con las FARC para los diálogos de paz que se efectuaron en la llamada Zona de Distensión hasta su ruptura en 2002.

En abril de este año, gracias al apoyo de la Fundación FORD regresamos para observar la marcha del PCIM. En esta oportunidad sólo visitamos la zona urbana de Vista Hermosa y San Juan de Arama y realizamos reuniones en Villavicencio, capital del Departamento del Meta. Es por ello, que este documento no es una evaluación formal del PCIM. Aspiramos volver a finales de este año para hablar con un grupo más amplio y diverso de la población, como lo logramos hacer en Tumaco, Nariño, municipio que también visitamos.

Sin embargo, de las reuniones realizadas con oficiales a cargo del PCIM, representantes de la sociedad civil que monitorean el programa, y líderes comunitarios, nos permiten formular algunos comentarios preliminares cuya verificación se hará en la nueva visita.

Asimismo hay que tener en cuenta que la Política de Consolidación Territorial al momento de nuestro viaje se encontraba en un estado de “piloto automático”, en la medida en que el Presidente Juan Manuel Santos había anunciado su revisión, labor que adelantan 14 grupos de trabajo temáticos. Posiblemente la PCT reestructurada se presentará a fines de junio de 2011, por parte de los funcionarios encargados de ella en el eventoconvocado por la Fundación Ideas para la Paz para presentar los resultados de la evaluación de la PCT. Algunas de las decisiones del gobier

Two views of “Consolidation”

Video 2: Tito ha vivido en Vistahermosa por 44 anos. En dos ocasiones ha estado en el Concejo Municipal.
Video 3: Islena Rey dirige el Comité Cívico para los Derechos Humanos del Meta. Ella sobrevivió a un ataque de las FARC en la zona del PCIM a fínales del 2009.

no de Santos se refieren a la definición del número de zonas en donde se adelantará la consolidación territorial (posiblemente se disminuirán); el papel de “Acción Social”, la agencia de la presidencia de Colombia que coordina el Centro de Coordinación de Acción Integral (CCAI) y la forma en que se disminuirá el descomunal papel militar y se acelerará el componente de la participación civil en el programa.

El papel militar

Lo que escuchamos nos lleva a concluir que el traspaso al poder civil añn no se ha dado. Las unidades del ejército colombiano dentro del conjunto de trabajo Omega, como también la policía, continúan siendo los representantes más visible del PCIM. Los ingenieros militares siguen construyendo obras de infraestructura; pese a críticas. Por ejemplo, se comenta sobre el proyecto de tratamiento de aguas negras en Puerto Toledo, municipio de Puerto Rico, que no ha funcionado. Con la excepción de Acción Social, encontrar agencias civiles que lleven a cabo proyectos de infraestructura y otros servicios en esta zona de poca población continua siendo un problema. Salvo el fiscal que opera en la sede del PCIM en Vista Hermosa, el sistema judicial en la zona permanece inalcanzable.

Los militares siguen manteniendo un bloqueo estricto en materia de seguridad y juegan un papel primordial en materia policial. Los retenes militares en las vías son frecuentes; escuchamos quejas sobre militares que toman fotos de los documentos de identificación en retenes instalados en las carreteras, copian números telefónicos de las llamadas recientes realizadas desde sus celulares y limitan el número de pasajeros que pueden viajar en los vehículos públicos. La presencia militar explica en parte una precepción de mejoramiento de la seguridad en los últimos cuatro años, sin embargo, como se menciona más adelante hay situaciones que atentan contra la consolidación de la seguridad.

La titulación ha empezado lentamente

Video 4: Cuando la tierra cambia de manos se concentra la propiedad en nuevos propietarios quienes, frecuentemente siembran cultivos como la palma de aceite, con destino principalmente a la producción de biocombustible. Dichos cultivos se observan desde San Juan de Arama hasta Vista Hermosa.

La inseguridad en la tenencia de la tierra (títulos registrados) que se identificó como un gran problema en el 2009 continúa siendo la principal queja que escuchamos de las asociaciones de productores. Desde finales del año pasado, se adelanta un programa piloto de titulación de 1.250 parcelas de tierras en doce veredas. Gran parte de estos títulos están en revisión de la Procuraduría Ambiental y Agraria. Fuentes oficiales dicen que el objetivo es titular 5.000 parcelas de tierras.

Los campesinos continúan con el temor de no poder reclamar la restitución de sus tierras abandonadas o despojadas, o de ser presionados para venderlas a inversionistas de agroindustria. Muchos anotaron que las medidas de protección de tierras3, fueron levantadas en el 2010 y que las compraventas de tierras han aumentado, incluso sobre terrenos sin títulos. De igual forma, nos comentaron que han aumentado las asociaciones de campesinas productores, que antes del PCIM eran poco frecuentes.

USAID después de la OTI

El 20 de abril, la Agencia Norteamericana para el Desarrollo Internacional (USAID por su sigla en inglés) entregó US$115 millones por cinco años a Asociados para el Desarrollo Rural (ARD), una compañía de Vermont Estados Unidos que ha ejecuta una gran proporción de los programas de desarrollo alternativo de USAID en Colombia desde el 2005. Con estos fondos, ARD respaldó acciones en el marco de la PCT en materia de seguridad alimentaria en La Macarena, así como en el sur del Tolima y algunas zonas del Departamento del Valle del Cauca. Este sería el principal apoyo no militar de EEUU al PCIM.

Foto #2: Una vista de los llanos del Meta, mirando hacia el sur de Villavicencio, capital del Departamento.

La naturaleza del apoyo de USAID cambió significantemente este añe la oficina de iniciativas transitorias (OIT, por sus siglas en inglégada de apoyar proyectos de rápido impacto a corto plazo y con una burocracia mínima, finalizó su misión en Colombia después de cuatro años. (PDF) La oficina de la OTI en el Meta cerró a finales de marzo.

el título de Coordinador de Implementación de CSDI de USAID. Un funcionario del gobierno colombiano con responsabilidades en la PCT nos dijo abiertamente que el apoyo de USAID se había vuelto más lento y burocrático con la salida de la OTI.

Mientras que varios líderes locales expresaron gratitud hacia los gobiernos contribuyentes, una queja frecuente cobija a los operadores, contratistas y subcontratistas escogidos para llevar a cabo proyectos productivos y de infraestructura. Según las quejas, estos habrían cobrado altos costos de operación, lo cual quiere decir un alto porcentaje de la asistencia financiera no llegó a las comunidades. Nos narraron que los valores que los contratistas pagan por los bienes para los proyectos (por ej.: materiales de construcción y ganado) son más altos que los que se pueden obtener en el mercado. Los plazos para los proyectos de USAID son cortos (usualmente dos a tres años), así que los contratistas y operadores están bajo presión de tener que gastar todo el dinero antes de que se venzan los contratos. Esto afecta la planeación a largo plazo y la flexibilidad necesaria para trabajar en un ambiente más cercano a los requerimientos de las comunidades y la zona.

Sin embargo, las asociaciones productoras que se han formado dentro de la estructura del PCIM en Vista Hermosa y San Juan de Arama, están activas y permanecen en los programas. No escuchamos relatos sobre incremento de cultivos de coca y las reducciones logradas desde el 2007 parecen seguir estables en esta zona.

La situación de seguridad

Los líderes comunitarios de Vistahermosa también nos recordaron que unos años atrás habría sido imposible reunirse con nosotros en el casco urbano. El dominio de las FARC sobre este municipio habría hecho riesgosa esta reunión para todos, los campesinos y nosotros.

Foto #3: “Mono Jojoy” y “El Medico” (de la revista Semana)

Sin embargo, la seguridad parece haber mejorado solamente de manera incremental en la zona urbana desde 2009. El PCIM continúa encarando retos fuera de los cascos urbanos de los municipios, debido a que en las zonas rurales, los grupos armados continúan intimidando a la población.

En septiembre del año pasado, en un bombardeo en Uribe, uno de los municipios del PCIM, murió el comandante principal de las FARC, Víctor Julio Suarez alias “Mono Jojoy”. Contrario a lo que podría esperarse, las FARC han estado más activas desde entonces en los municipios de Vistahermosa, San Juan de Arama y en los demás del PCIM que en el año 2009.

La apreciación de líderes, tanto de la sociedad civil, como de las fuerzas militares y de organismos estatales es que Jaime Alberto Parra, alias “El Médico”, el reemplazo del Mono Jojoy, no operaba dentro del cordón de seguridad del citado comandante de las FARC y que los guerrilleros que estaban asignados exclusivamente a los anillos de seguridad del Mono Jojoy —unos 2.000 combatientes— ahora están en la ofensiva. Según un artículo del periódico El Tiempo, “Los reportes de guerrilleros desmovilizados indican que cuatro frentes clave de la guerrilla han incrementado su tamaño”.

Guerrilleros de las FARC operan en pequeños grupos, a veces sin uniforme y llevan a cabo ataques más frecuentes en la zona del PCIM. Estos ataques ocasionalmente ocurren en las proximidades de los cascos urbanos. En abril, las FARC asesinaron a un auxiliar de la policía y secuestraron a dos comerciantes en Mesetas; también asesinaron a un teniente y a dos soldados en La Macarena. Tan solo a 16 kilómetros de las afueras del casco urbano de Vistahermosa, dos miembros de la guerrilla detuvieron y quemaron un bus de pasajeros (los pasajeros estaban desarmados); este fue el cuarto ataque en un periodo de seis meses.

Foto #4: La policía en un retén militar distribuyó a un menor de 6 años, al que entrevistamos, este volante de “Se Busca”, donde muestra a un máximo líder de las FARC.

Nos enteramos que las FARC han reafirmado su control en algunas comunidades en las que las estaciones de policía no han sido establecidas todavía. Puerto Toledo, la que visitamos hace dos años, es una de ellas.

“Muchas comunidades en el área del PCIM, incluyendo algunas que han sido recobradas por el ejército nacional hace más de dos años, han recibido visitas periódicas, aunque breves, por parte de miembros uniformados de las FARC”, como lo estipula un nuevo reporte de USAID sobre la zona del PCIM (PDF). “Para afrontar las continuas preocupaciones de seguridad, la policía construirá este año estaciones de policía permanentes en Santo Domingo, un importante cruce en Vistahermosa, y en Jardín de Peñas en Mesetas”.

Las FARC han intensificado sus ataques contra civiles. Esta es la razón por la que casi todos los intentos para retornar las poblaciones desplazadas a sus tierras, como lo reconocen varios funcionarios, han sido infructuosos hasta este momento. Mientras tanto, según relatos, las vacunas — extorsiones, como por ejemplo $15 dólares por cabeza de ganado — se han incrementando. Una fuente oficial en Villavicencio, capital del departamento del Meta, señaló que las vacunas también se aplican en Granada y San Martin, municipios aislados de la zona del PCIM y en los cuales no se había reportado presencia de las FARC por años.

Escuchamos que las FARC, en lugares rurales del PCIM, están prohibiéndole a la población participar en programas sociales: no únicamente en los programas de consolidación, sino también en otros programas como “Familias en Acción”, a través del cual los padres reciben una suma de dinero para que aseguran que sus hijos reciben atención médica y asisten a la escuela. La guerrilla, por ejemplo, esta prohibiendo a los padres de familia viajar a los cascos urbanos para recibir estos subsidios.

Nos contaron también que las FARC estarían compitiendo con el PCIM mediante el establecimiento de sus propios programas, como por ejemplo el llamado “Plan Amigo”, posiblemente inaugurado a principios de año. Este Plan aparentemente incluye algunos proyectos de construcción y órdenes de ser más amigables con los civiles y evitar asesinarlos. (Esta información debe verificarse, sin embargo, en Google no se encuentran resultados sobre el Plan Amigo de las FARC).

Por su parte, los “nuevos” grupos paramilitares que están activos en el Meta, también sufrieron un duro golpe el año pasado. En diciembre, un grupo élite de la policía persiguió y dio de baja a Pedro Oliveiro Guerrero alias Cuchillo, antiguo comandante de las AUC que post desmovilización dirigía el grupo autodenominado Ejército Revolucionario Popular Anticomunista (ERPAC), el cual ha crecido rápidamente y trafica toneladas de cocaína entre el Meta y la frontera de Venezuela.

Pese al asesinato de su jefe, el ERPAC continua existiendo y aparentemente se mantiene lo suficientemente fuerte para prevenir que otros “nuevos” grupos paramilitares ingresen al occidente del Meta. De todas maneras, la presencia del grupo se ha debilitado en la zona del PCIM y se dice que tiene alianzas con las FARC para el tráfico de drogas ilícitas. Prueba de ello se señala es que no se registran enfrentamientos entre esos dos grupos.

Siguientes pasos

En poco tiempo, el gobierno colombiano va a completar su evaluación del Plan de Consolidación y el ARD va a inaugurar nuevos proyectos en la zona del PCIM.

Esperamos que este replanteamiento y la nueva inversión, aborden soluciones para las preocupaciones que expresamos en 2009. Todas ellas se mantienen y continúan siendo relevantes. El ritmo del ingreso de la institucionalidad civil sigue aun muy lento; esto en parte se debe a que la situación de seguridad es aún compleja. La titulación de tierras continúa rezagada. El personal judicial necesario para combatir la impunidad está ausente. La participación de las comunidades en la definición de las alternativas de desarrollo sigue siendo parcial, como también lo es la coordinación entre la erradicación de cultivos ilícitos, la seguridad alimentaria y la asistencia para el desarrollo. La coordinación permanece siendo un gran reto, principalmente porque muchos de los coordinadores iniciales de los Programas de Consolidación se han ido, ya sea por transferencia a otros lugares o porque salieron del gobierno y han sido reemplazados por nuevos que en la mayoría de los casos no comparten la misma visión que sus antecesores.

Nuestra organización continuará observando estos eventos muy de cerca y volverá a la zona de La Macarena muy pronto para realizar encuentros y reuniones con líderes de diferentes comunidades rurales de la zona. Como señalamos, varios de los puntos expresados en este informe necesitan ser corroborados, también es importante contar con más información y entrevistar otros sectores, antes de formular conclusiones y recomendaciones definitivas.

“Sí Se Puede” en el Consejo Comunitario Rescate las Varas: El modelo de intervención de la PNCT en Tumaco

“Si Se Puede” en el Consejo Comunitario Rescate las Varas: El modelo de intervención de la PNCT en Tumaco

Indudablemente la erradicación voluntaria de 880 hectáreas de coca de las 900 registradas, la inversión en infraestructura vial, acueducto, escuelas, salas de sistemas y proyectos productivos y de seguridad alimentaria hacen de esta experiencia el modelo exitoso en el país de la política nacional de consolidación territorial (PNCT) y de la Acción Integral. Conocer esta experiencia en terreno y establecer los alcances del Centro de Coordinación de la PNCT a través de la experiencia de los integrantes del Consejo Comunitario Rescate Las Varas, que habitan en de San Luis Robles -el principal casco urbano- y sus 15 veredas, municipio de Tumaco, fue el objetivo de la visita conjunta entre Indepaz y Minga1.

El Consejo Comunitario Rescate Las Varas es uno de los 15 afiliados a la Red de Consejos Comunitarios del Pacífico Sur –Recompas, 14 de ellos se localizan en Tumaco y uno (Acapa) en Francisco Pizarro (Cuadro 1). En los 15 Consejos a los que se les han titulado más de 260 mil hectáreas habitan casi 55 mil personas en 238 comunidades2. Las Varas fue el último territorio afro constituido en Tumaco (2006), en una extensión de cerca de 15 mil hectáreas habitada por 14.674 personas (Diócesis de Tumaco, 2011).

Cuadro 1. Territorios Colectivos de Comunidades Negras en Recompas

Mpio Nombre del Consejo Comunitario Año del título Familias Has
Mosquera Comunidades Negras del Río Patía Grande sus Brazos y la Ensenada -ACAPA 2000 1.453 94.388
Tumaco Veredas Unidas 1999 229 13.170
La Nupa 2001 87 183
Río Gualajo 2002 147 2.774
Río Tablón Salado 2002 140 3.114
Imbilpí del Carmen 2002 71 2.783
Unión Río Chagüí 2002 1.308 27.214
Unión Río Rosario 2002 482 10.647
Bajo Mira y Frontera 2003 1.240 46.481
Recuerdo de Nuestros Ancestros del Río Mejicano 2003 286 13.462
Río Tablón Dulce 2005 174 998
Alto Mira y Frontera 2005 1.327 23.651
Alto Mira y Frontera (ampliación) 2006 1.139
Cortina Verde Mandela 2006 38 1.204
Rescate Las Varas 2006 952 14.674
Río Caunapí* 2.221 15.000

Fuente: Diócesis de Tumaco, 2011, con datos Incoder y Recompas, página 166.

“La fortaleza que tenemos es la fuerza que nos da la comunidad”

La primera claridad que surge desde las comunidades es que lo logrado a la fecha es producto de un largo proceso interno de fortalecimiento y no hace parte de ningún Plan de Consolidación. En 2008, cansados de la violencia que trajo consigo los cultivos de coca tras la muerte y desaparición de por lo menos ocho personas en varias veredas del Consejo3, la ruptura de la confianza entre vecinos, la perdida de los espacios de integración, fiesta y diálogo, y la constante presión de los grupos armados, paramilitares, guerrilla y ejército, llevo a la Asamblea del Consejo Comunitario a decidir el abandono de los cultivos de coca y a solicitar a sus dirigentes presentar al gobierno departamental (2008-2011) una propuesta de erradicación voluntaria a cambio de inversión para sustituir los cultivos y elevar las condiciones de vida de sus habitantes.

“Nosotros no estamos preparados para asumir este reto. Estaban 480 personas, exigiendo y gritando que no querían saber nada de ilícito, porque se acabo la amistad del pueblo, la recreación, había jóvenes con buenos “tenis” y había rumba por todo lado pero uno no sabía si podía llegar a la casa vivo en la noche. Esta fue nuestra primera petición y luchamos mucho” (Dirigente del Consejo Comunitario Las Varas).

De esta forma, se inicia un largo proceso (octubre 2008 a diciembre 2009) de concertación con cada vereda. La primera tarea de la Junta de Gobierno del Consejo fue re-estructurar la gobernabilidad territorial, fortalecer de abajo hacia arriba los espacios de decisión, siendo la máxima instancia de gobierno los Comités Veredales: para ello se recuperó una tradición ancestral(*) de diálogo, concertación y decisión. ((*) Los llamados “mentideros”: banca de guadua en donde las familias de nuestros ancestros, se sentaban largas horas y debatían sobre los principales aspectos de desarrollo de la Comunidad). En éste proceso de fortalecimiento de la organización social comunitaria fue importante la creación de las funciones de veeduría y rendición de cuentas, presentes también en los Comités Veredales mediante la constitución de subcomités temáticos de infraestructura, proyectos productivos, de jóvenes y de mujeres, entre otros, los cuales se reúnen periódicamente en asambleas para hacer seguimiento a los acuerdos, evaluar los planes, y definir responsabilidades. Un método extenuante y largo, con debates de días enteros, pero que al final es la forma de asegurar la participación de la comunidad en los aspectos fundamentales de su vida y, según sus habitantes, es donde reside la fuerza de la iniciativa y la clave de su sostenibilidad.

En octubre 2008 se inicia el trabajo entre la comunidad y la Gobernación de Nariño, iniciando un trabajo conjunto, en ese ente territorial, que da lugar a la formulación del PROGRAMA SI SE PUEDE LAS VARAS, fundamentado en el Plan de Vida del Consejo Comunitario (2002) y en el Plan de Etnodesarrollo “Nariño Pacífico” (2008-2011), con tres líneas estratégicas sobre las cuales la Junta de Gobierno del Consejo, y el acompañamiento de la Gerencia del Pacífico de la Gobernación de Nariño, inició la gestión de los Proyectos del Programa, y con los cuales articuló la cooperación regional, nacional e internacional. Los ejes son:

  1. Económico –Productivo. Comprende: a) Producción para la Vida: recuperación de la seguridad alimentaria, con enfoque productivo para el autoconsumo y excedentes para el mercado local, frente al desabastecimiento producido por la sustitución de cultivos de coca. Inicia en 2010 con la implementación de granjas de seguridad alimentaria para las 1.256 familias del Consejo, en las que se siembra arroz, maíz y frijol, tomate, pepino. b) Producción para el crecimiento económico y reactivación del mercado local: rehabilitando los cultivos de cacao y procesamiento de arroz, con el fin de generar ingresos y dinamizar los mercados locales con una estrategia denominada de responsabilidad social “Sello Pacífico”.
  2. Infraestructura básica para el desarrollo humano (acueductos y adecuación de vías), programas de reconversión educativa y de salud proactivo: construcción de puentes peatonales, puentes vehiculares y vías terciarias, aulas escolares, restaurantes escolares, etc.
  3. Cultura para la Vida. Centra su trabajo en la: a) fortalecimiento organizativo de la estructura comunitaria del Consejo para la gobernabilidad territorial, b) identidad cultural, c) la recuperación de valores éticos y d) la recuperación del tejido social.

Lo novedoso de la propuesta es que por primera vez – por lo menos de manera pública – la cooperación de Estados Unidos acepta un programa gradual y concertado de sustitución de cultivos de coca en lugar de imponer el tradicional criterio de “0 coca”, como condición previa de inversión social. Este condicionamiento ha impedido que iniciativas similares a la del Consejo Comunitario Rescate Las Varas, en otras partes del país, especialmente en Putumayo, fueran excluidas de las beneficios del Programa Guardabosques, incluso en casos en los que habían logrado el 80% o 90% de erradicación voluntaria (quedando algunos cultivos en general propiedad de grandes cultivadores), dejando al campesino sin alternativas ni oportunidades.

¿Cómo se superó este impedimento? La comunidad afirma que fue un proceso difícil de recuperación de confianza donde indudablemente la voluntad política y el acompañamiento de la Gobernación de Nariño (Gerencia del Pacífico y su Unidad Técnica) jugaron un papel fundamental. Al respecto, un miembro de la Junta de Gobierno del Consejo comenta: “Acción social y USAID nos decían que querían entrar en un territorio libre de coca, pero una cosa es decirlo y otra hacerlo, si ellos no han podido con helicópteros, avionetas y militares, ¿cómo lo hacíamos nosotros solos?”

Otro líder manifiesta:

Ese tipo de cosas (la coca) algunos la tienen en la cabeza y en el corazón, el programa ADAM- USAID y la gobernación fueron los primeros en unirse a esta propuesta, 1.252 franjas de seguridad alimentaria, construcción de Puente, un polideportivo que costó 300 millones, mejoramiento de la vía Robles- Chiví. En Salud, 1.600 millones de pesos para el centro de salud de Robles. Se proyectan aulas de sistemas y aulas escolares. Se proyectan carreteras, agua potable, se aspira a una universidad”.

Un proyecto construido desde abajo

Más que un proyecto bajo la iniciativa y coordinación del Centro de Coordinación de la Acción Interagencial – CCAI de la PNCT, el programa “Si se puede Las Varas”, es una propuesta construida desde abajo a la que la Política de Consolidación y el CCAI se unen después (en febrero de 2010). Para la Junta de Gobierno del Consejo Las Varas, es la organización interna la que permite que la cooperación entre al territorio organizadamente, “más que el plan de consolidación lo que buscamos es coordinación con las entidades”, “no compartimos el Plan Colombia, que trajo proyectos impuestos desde Bogotá, la fortaleza que tenemos es la que nos da la comunidad, las propuestas son de la comunidad, no es el Plan de Consolidación la que nos impone”.

A diferencia también de otros CCAI y en general de Tumaco, en el Consejo Comunitario Rescate las Varas, no hay presencia visible de la Fuerza Pública. Durante el recorrido realizado desde Tumaco al Consejo Comunitario -aproximadamente 40 minutos-, no se encuentran retenes, ni puestos de policías, ni militares apostados en los puentes o en las vías principales.

La comunidad recuerda que la presencia militar se dio hasta el 2008, después de este año no la hay. Durante los últimos 3 o 4 años ellos mismos se han encargado de recuperar la seguridad, que para ellos es la no presencia de actores armados ilegales en su territorio. Ante la pregunta sobre ¿cómo lo han logrado? responden gracias a la recuperación de la confianza entre vecinos y en sus propias autoridades de gobierno propio.

Principios del programa Sí se Puede Las Varas

  • Se trabajan áreas extensas de 40 a 50 hectáreas.
  • No fumigar el área intervenida (georeferenciación y monitoreo del Sistema de Información Satelital de cultivos ilícitos -SIMCI de Naciones Unidas).
  • Seguridad y cohesión social.
  • Vinculación de cultivadores y no cultivadores de coca, para evitar que los no cultivadores siembren para acceder a los programas.
  • Democratizar la democracia: los proyectos son consultados y revisados por la comunidad.
  • Gestionar la concurrencia de los entes gubernamentales como el Servicio Nacional de Aprendizaje -Sena, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar -ICBF, la Alcaldía, Ecopetrol y la Personería Municipal.

La decisión de erradicar la coca no fue fácil y les implicó también el enfrentamiento con actores armados que no lo aceptaban y que están acostumbrados a resolver todo bajo la violencia. Sin embargo, señala otro líder “nosotros les aclaramos (a los actores armados) que es decisión de todo el Consejo Comunitario y que deben respetar a nuestra comunidad, les pedimos que abandonen el territorio, hemos logrado esto y sin un fusil”.

Pero esto tiene sus costos. Siete líderes han dado su vida por la apuesta a este proyecto. Lideres que por entrar y salir del Consejo a la ciudad de Tumaco en su función de gestión de proyectos fueron acusados de informantes y asesinados. Otros han recibido amenazas y no pueden movilizarse a otros Consejos Comunitarios. La situación más difícil se refiere a la amenaza de las Farc a todos los Consejos Comunitarios y a la orden de desaparecerlos. A pesar de ello y de los asesinatos decidieron continuar. “Aquí estamos y aquí nos quedamos”, fue su consigna.

“Los militares no dan seguridad, es la comunidad la que da la seguridad”.

Líderes y representantes del Consejo son claros en señalar que actualmente la inseguridad está fuera del territorio. Por ejemplo, no tienen acceso a la vía marítima de salida hacia Tumaco y otros Consejos Comunitarios, debido a la acción de bandas delincuenciales que roban los motores de las canoas y asesinan a sus dueños y actores armados que quieren dominar corredores estratégicos de salida al Océano Pacífico. Para ellos la presencia de la Fuerza Pública tampoco es garantía de seguridad. Comparan la situación de su Consejo Comunitario con Tumaco, en donde pese a mayor concentración militar y policial, existen serios problemas de gobernabilidad y violación a los derechos humanos.

El reto: la sostenibilidad

En la reformulación de la PNCT4 que se encuentra en curso y que es apoyada por USAID – AECOM, uno de sus principales retos está en garantizar la sostenibilidad de iniciativas e intervenciones como las del Programa “Si Se Puede Rescate Las Varas”, particularmente frente a la elección de nuevas autoridades departamentales y municipales. Como se reseña en el cuadro abajo, el Programa “Si Se Puede” -que se implementa en Tumaco y Leyva, municipios de Nariño- es una de las principales iniciativas de la administración de Navarro Wolf, elegido por el Partido Polo Democrático, que culmina en diciembre de este año.

La credibilidad y confianza en los esfuerzos de coordinación y articulación de la PNCT y de la cooperación de Estados Unidos, el principal aliado de la Acción Integral, demanda continuar apoyando este tipo de intervenciones, así como extenderlas a otras comunidades en Tumaco y otras regiones del país azotadas por los cultivos de coca y el narcotráfico.

“El momento de la paz,” por Camilo González Posso

El momento de la paz

Por: Camilo González Posso

Presidente Indepaz

El Presidente Juan Manuel Santos le devolvió a los discursos oficiales las palabras paz, conflicto armado, derechos de las victimas, guerrilla y otras que fueron colocadas en el  índice de prohibiciones de la administración anterior. Con más frecuencia de la esperada en tiempos de campaña, el Presidente recuerda que tiene la llave de la paz y que la utilizará en su momento. Los discursos de Santos pasan de ofrecer plomo, cuando hay un ataque de la guerrilla o de la extrema uribista, a ofrecer mostrar la llave a su tiempo, cuando habla con los Obispos. De esta manera da pie a que se multipliquen  las especulaciones sobre las verdaderas intenciones del Presidente y son cada vez más los interpretes del santismo que le apuestan al inicio de diálogos de paz con los grupos armados ilegales en el 2013. 

El calendario anunciado

Al comenzar el segundo año de gobierno los más caracterizados voceros del Partido de la Unidad Nacional, encabezados por el Senador Roy Barreras han deletreado con insistencia el cronograma de paz de esta administración: Hasta finales de 2012 lo central es fortalecer la ofensiva militar para debilitar cada vez más a las FARC y en lo posible a otros grupos armados ilegales incluidos algunos de los emergentes o narcoparamilitares.  Simultáneamente se promoverían las reformas para dotar al Estado y al gobierno de un marco legal más comprensivo que el que ofrece la Ley de Justicia y Paz (Ley 975/05). Si todo marcha hacia el evidente debilitamiento de las FARC y al aumento de respaldo a la política de “consolidación de la paz” (que incluye Ley de Victimas, Ley Agraria y política de consolidación territorial), entonces se pasaría a la fase de diálogos y compromisos para la desmovilización y sometimiento a la justicia de todos los grupos armados ilegales y al saneamiento de los procesos inconclusos o frustrados con los paramilitares. 

Hay señales suficientes de que una ruta de este estilo cuenta con el guiño presidencial y que el encargado de hacerle la gerencia en el Congreso y ante la opinión es el Senador Barreras. En entrevistas de radio, prensa y televisión, el ahora Presidente de la Comisión de Paz del Senado ha revelado el secreto de Santos para culminar lo que llamó el “Salto Estratégico” con la definitiva neutralización de la guerrilla y la subordinación a la ley de todos los grupos armados ilegales. Para muestra un par de botones:

Todo el plomo que sea necesario hasta derrotarlos y llevarlos a la mesa para su sometimiento a la justicia” (Caracol, Hora 20, septiembre 5 de 2011).

El presidente Santos no solo tiene toda la buena intención de hacer un buen gobierno, sino toda la convicción, para, desde la base de la seguridad, convocar la reconciliación de los colombianos. No sabemos cuándo, solo él lo dirá. Además, sospecho que no lo dirá pronto, y no lo debe decir, porque toda su responsabilidad en la hora presente es reafirmar ante los colombianos lo que él sabe hacer: derrotar a los terroristas (…).  Y para que se sometan es que necesitamos el nuevo marco jurídico”. “La reconciliación implica una reforma constitucional, que tarda por lo menos un año en su trámite, de suerte que, si el Congreso inicia ahora en junio su estudio, con el apoyo del Gobierno, esta herramienta estaría lista para finales del 2012. Después vendrá una ley que precise mucho más ese marco legal, sería otro año. Calcule usted los tiempos. Quizás, entonces, sea el momento político de la reconciliación” (Entrevista con Yamid Amat. El Tiempo 20 de mayo de 2011).

Después de 6 audiencias en la Comisión de Paz del Senado realizadas en el primer semestre de 2011 y de la instalación de mesas de trabajo, los borradores de reforma constitucional o de Ley de Reconciliación, que es el nombre que se abre camino, están a consideración del Presidente y de la Oficina Jurídica de la Casa de Nariño. 

El informe entregado el pasado 15 de agosto no deja lugar a dudas sobre el terremoto en ciernes: 

la Comisión de Paz del Senado, avanza en la recopilación de diversas propuestas a fin de establecer dos mecanismos que el congreso pueda estudiar como salidas jurídicas al conflicto: una de carácter constitucional, con una reforma que establezca unos mínimos normativos, y otra reforma de carácter legal, que vaya dirigida a reformar la ley de justicia y paz”.

El marco jurídico

El punto de partida de las audiencias realizadas en el Senado ha sido el reconocimiento de la ineficacia de la Ley de Justicia y Paz para resolver la situación de los paramilitares desmovilizados que se sometieron a sus procedimientos y se postularon a los beneficios para responsables de crímenes atroces. Por donde se le mire, ese marco jurídico no sirvió para un ejercicio de justicia transicional con los paramilitares y no se puede repetir su esquema si se tratara de desmovilizar a la guerrilla o de propiciar una negociación para su incorporación a la vida civil.

Las preguntas que han estado en la mesa de reflexión o en las audiencias contemplan entre otros los asuntos jurídicos que han estado en juego. ¿Cuál es la oferta de justicia transicional o restaurativa  que puede hacer el Estado a los comandantes de la guerrilla que sea viable a la luz de la justicia global, el Estatuto de Roma, los estándares internacionales y que al mismo tiempo sea aceptada por la sociedad y atractiva para los jefes guerrilleros? Si no hay posibilidad alguna de utilizar las formulas de la Ley 975 de 2005, que incluye penas alternativas con un máximo de 8 años y extradición a discreción del Presidente de la República ¿Cuáles son las alternativas? ¿Qué hacer con los delitos de narcotráfico y secuestro y otros crímenes de lesa humanidad imputados a casi todos los jefes de las FARC y del ELN,  por los cuales están ya condenados, o van a serlo, a varias decenas de años? 

Pero el panorama de referencia, a la hora de considerar un marco jurídico que ofrezca instrumentos para la fase de cierre del conflicto, es mucho más amplio que el que se refiere a la búsqueda de opciones frente a la guerrilla. El ex presidente Uribe y muchos otros que se alinean con él han levantado la voz para reclamar un tratamiento especial con beneficios penales para los militares y policías que están condenados por crímenes atroces o que están acusados por ejecuciones extrajudiciales o asociación con paramilitares o narcotraficantes en operaciones antisubversivas. La interpelación de Uribe o del ex ministro Londoño Hoyos anima el interrogante: ¿Porqué se aplica una vara a los responsables del asalto terrorista que llevó al holocausto en el Palacio de Justicia y otra a los militares y civiles  que cumplieron con su deber o a los que respondieron y pasaron por encima del derecho internacional humanitario?

Entre tanto los abogados de los exparamilitares extraditados, o de los que están en las cárceles de alta seguridad esperando definiciones en los procesos de “justicia y paz”, no dejan de señalar el fracaso de los procedimientos y parámetros que mantienen congestionada a la Fiscalía y a los juzgados y que sólo ha permitido la culminación de cuatro de los 3.682  casos postulados desde 2005 y 2006. Para ellos un nuevo marco jurídico pensado para la guerrilla, lo más flexible y ágil posible en material penal, permitiría redefinir la situación de los paramilitares y narcoparamilitares. Y de paso abriría el camino a reconsiderar la situación de parlamentarios, gobernadores, alcaldes, entre otros funcionarios -y hasta de algunos empresarios-, acusados de parapolítica y paraeconomía, procesados o inculpados por la Corte Suprema de Justicia o la Fiscalía.

Para desatar semejante nudo se han abordado diferentes propuestas entre las que caben las mencionadas desde distintos discursos por el Senador Roy Barreras o  por el columnista  Juan  Rubbini que ha sido ubicado como uno de los ideólogos de Mancuso y de su página Web: 

habrá que ‘suspender’ en algún momento, por única vez y durante una cierta cantidad de tiempo, la adhesión a la Corte Penal Internacional y similares disposiciones del así llamado ‘bloque de constitucionalidad’ habrá que hacerlo, porque la vida es sagrada y ese deberá ser el primer acuerdo, la piedra angular y filosofal de la Paz de Colombia” (Así la veo yo – Año 7. 177, mayo 10 de de 2011, El eje de la Unidad Nacional pasa por la Paz. Del régimen de exclusión a la máxima inclusión, en: www.salvatoremancuso.co). 

El senador Barreras apunta desde sus propias ideas hacia las incompatibilidades actuales entre los patrones judiciales y las posibilidades de paz: 

“Algunos pensadores han puesto en entredicho la eficiencia y eficacia prácticas de la justicia globalizada, no porque no todos la anhelemos, sino porque es inoperante. Si el Estatuto de Roma fuese el único horizonte jurídico posible, tengo que decirlo con claridad, no se puede hacer la paz ni en Colombia ni en ningún país del mundo. La legislación colombiana tiene que recuperar su capacidad de reconstrucción desde lo nacional, y para los colombianos”.  (El Estatuto de Roma) “impide ofrecer a un grupo violento una amnistía como la que se dio generosamente al M-19. Tampoco puede pensarse en procesos de paz como los de Sudáfrica o El Salvador” (Entrevista en El Tiempo, 20 de mayo de 2011). 

Los defensores de derechos humanos han advertido que se trata de falsos dilemas en tanto el Estatuto de Roma no se opone a las amnistías ni a los indultos pues solo se limita a la garantía de no impunidad frente a crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad, sin incursionar en los detalles de los procedimientos penales, las características de las sanciones o el delito político. 

Pero, no obstante esos análisis, las recomendaciones de la Comisión de Paz suponen la incongruencia entre los estándares internacionales y las necesidades de seguridad jurídica en un escenario de cierre.

 “Hay limitaciones en la legislación nacional, y en razón al bloque de constitucionalidad en las normas internacionales y en la jurisprudencia, convenciones e instituciones internacionales, en las obligaciones derivadas del sistema interamericano de DDHH y de la ONU, y además en los propios estándares nacionales de justicia, que hacen que hoy resulte imposible un escenario jurídico para la paz. Hay que construir un nuevo marco” (Documento de conclusiones del Foro Legislar para la Paz, Roy Barrera, agosto 2011). 

Legislar para la paz

Las primeras recomendaciones para el retoque constitucional o la nueva ley de paz incluyen una reforma a la definición de delito político y la introducción de la figura de la “amnistía condicionada” y el “indulto especial general” post sentencia o anticipado.

Los dilemas están en el alcance de la reforma al Código Penal que define el delito político como rebelión, sedición o asonada dirigidas en contra del Estado o las instituciones. Algunos consideran que es un tipo penal anacrónico, reducido en la práctica a la asociación para delinquir siempre y cuando no esté vinculada al narcotráfico, crímenes de guerra o de lesa humanidad. 

El sentido de esas consideraciones, más allá de la redefinición del delito político a la luz de los desarrollos de la teoría criminal y la jurisprudencia internacional, es dar base a la introducción de la figura de la “amnistía condicionada” u otra similar que permita un procedimiento judicial expedito para permitir la libertad de jefes de grupos armados ilegales a condición de verdad, reparación y garantía de no repetición con definitivo desmantelamiento de las organizaciones militares, paramilitares, económicas  y de las redes políticas ilegales. La idea es darles mayor importancia a mecanismos extrajudiciales como comisiones de la verdad que cumplirían más un papel de satisfacción a las víctimas que de tipo procesal.

También se ha propuesto tipificar el delito de “pertenencia a grupos armados ilegales”  que otorgaría tratamientos similares de beneficios en materia de derechos políticos a guerrilleros y paramilitares y la consideración de delitos conexos en forma más amplia que con el marco actual.  

La oferta a la guerrilla se concreta en reducción de penas a un mínimo para los jefes y alternativas blandas de reclusión para aquellos que no sean cubiertos por la amnistía condicionada. La suspensión de la “muerte política” a miembros de grupos armados ilegales sería otro de los posibles beneficios para todos. 

La amnistía y el indulto bajo la nueva modalidad incluirían la redefinición de conexidad para  algunos delitos como narcotráfico y secuestro o introducirían alguna figura que permita obviar la reclusión y lleve a la rápida incorporación a la vida civil y al ejercicio de derechos políticos por parte de los jefes de grupos armados. La responsabilidad por homicidio, masacres, desapariciones forzadas sería considerada caso a caso e individualizada. 

Por esta vía se ampliaría el Derecho de Gracia en Colombia invocando el interés superior de la terminación definitiva de la violencia armada en el conflicto armado interno y la importancia histórica de la reconciliación en un país que lleva casi seis décadas de ciclos de violencia con 150.000 asesinatos y 5 millones de víctimas directas. La viabilidad de semejante hipótesis esta condicionada, entre otros, al carácter general de las normas que se introduzcan, en tanto le ofrezcan los beneficios de gracia a todos los actores y responsables por graves infracciones a los derechos humanos y a algunas normas del Derecho Internacional Humanitario. 

No cabe duda que la Comisión de Paz del Senado está explorando una ruta compleja y ambiciosa que incluye no solo reformas constitucionales y legales sino incluso lo que llaman “un elemento LEGITIMADOR POPULAR, dada la importancia sustancial y la coyuntura nacional que fundamenta el inicio del proceso”. El lema de la reforma es indicativo del amplio rango de aplicación que se esta calculando, “para todos una solución, pero no la misma solución para todos”.

El paquete jurídico que se esta cocinando incluye la reforma de la Ley 975 de 2005 para darle mayor agilidad en el trámite de miles de procesos represados. Las fórmulas son conocidas: eliminar la duplicidad de controles en las audiencias de formulación y de aceptación de cargos, depuración de la lista de los 35.353 paras desmovilizados, unificar diligencias, mayor protección a las victimas y reglamentación de procesos colectivos.  

En ese ambiente se han dejado escuchar las voces partidarias de la repatriación de los extraditados, incluidos paramilitares, narcoparamilitares y guerrilleros. El ya mencionado Juan Rubbini ha dicho que:

Santos podría pedirle al Departamento de Estado que utilice sus buenos oficios y repatríe a Colombia ‘la verdad extraditada’ como un homenaje a Justicia y Paz, y a ‘Trinidad’, ‘Sonia’ y ‘Vargas’ como ‘guiño’ a las FARC y señal que las cosas se hacen haciendo y ‘los Santos vienen marchando’, esta vez en son de paz” (www.salvatoremancuso.co). 

Pero el manejo de la extradición es asunto más complicado pues requiere gestiones diplomáticas con Estados Unidos y acuerdos que permitan distinguir entre el delito de narcotráfico y el narcotráfico conexo con la “pertenencia a grupos armados ilegales” que tendría entre los beneficios la no extradición. 

El ex Presidente Uribe ha terciado en el debate reclamando por lo pronto una consideración especial para los militares: “Sería importante, ha dicho, que el Congreso de la República y el Gobierno Nacional pensaran en una Reforma Constitucional de tan solo dos puntos” (http://www.canalrcnmsn.com/node/77398), el primero de esos puntos, sería uno que conceda el beneficio de excarcelación a todos los militares que están en la cárcel por hechos relacionados con la recuperación del Palacio de Justicia. El segundo punto sería  crear una jurisdicción especial y transitoria, para que revise todas las sentencias condenatorias y los integrantes de las fuerzas armadas. 

Como puede observarse en esta ebullición jurídica, el ejercicio encabezado por Roy Barreras  retoma algunas ideas y beneficios que formaron parte del proyecto de Ley de Alternatividad Penal presentado por Luis Carlos Restrepo con enfoque de justicia restaurativa y  avanza en esa dirección hacia nuevos temas. 

Puntillazo final: una tumba o desmovilización con sometimiento a la justicia

Los documentos del gobierno sitúan el horizonte de cierre definitivo del conflicto armado en el año 2019. Así se formula en documentos importantes como “Paz y País” y en los supuestos de la política de “Consolidación de la Paz” contenida en el Plan de Desarrollo y en la Política de Consolidación Territorial que sirve de brújula a la acción militar. Para que esa meta sea posible requieren colocar las premisas fundamentales en el actual cuatrienio y procurar incluso llegar al punto de no retorno antes de 2014.

En ese cuadro general, para quienes están diseñando las estrategias del gobierno, el ajuste del marco jurídico es una pieza que encaja solo si están en su lugar otras que dependen de la reducción de las hostilidades guerrilleras a su mínima expresión, el apoyo de todos los sectores de la Unidad Nacional a las políticas de seguridad, la neutralización de la extrema derecha y el consentimiento de los Estados Unidos. 

En ocasión del anuncio de la adicción de 1,6 billones de pesos procedentes del impuesto al patrimonio en el presupuesto  para las fuerzas armadas y de la posesión del nuevo Ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, el Presidente resumió su política del “Salto Estratégico” hacia la desarticulación definitiva de los grupos armados ilegales. “El enemigo está debilitado pero no esta derrotado”, señaló Santos y reclamó “perseverancia, perseverancia, perseverancia” en la lucha contra el narcoterrorismo. "Vamos ganando y tenemos que seguir ganando a punta de innovación, de audacia, de perseverancia". (http://www.informador.com.mx/internacional/2011/320062/6/pide-santos-a-ministro-de-defensa-dar-puntillazo-final-a-las-farc.htm).   

Los cambios en la cúpula militar coinciden con la exigencia de acomodos de las tácticas militares a la contraofensiva de la guerrilla en algunas regiones de país y a la necesidad de retomar en firme los planes de consolidación de modo que el componente militar este a tono con los lineamientos de la doctrina de acción integral. En palabras del Presidente 

La consolidación combinada con la ley de víctimas y de restitución de tierras será una carta importante para jugar y darle el puntillazo final a esos grupos armados ilegales".  “A esos miembros de las FARC que todavía creen que a través de las armas van a lograr algo, les digo: desmovilícense, que el Estado les ofrece una mano para reintegrarse a la sociedad. Y si no, van a encontrar una tumba, su propia tumba, o la cárcel (ELMUNDO.es | Reuters | Bogotá. Actualizado martes 01/03/2011). 

Pronóstico reservado

La acción integral está en curso con sus complejos elementos sociales, jurídicos, políticos y militares. Sin que hayan cambiado los ejes de la estrategia estamos en un momento especial en el cual, siguiendo el lenguaje del Presidente, se están barajando las cartas para la próxima partida que se espera sea la antesala del final final. La obsesión por la innovación y la audacia que ha mostrado Santos son un ingrediente de todo el andamiaje que se está montando en esta partida con varias mesas de juego. 

Las debilidades del esquema de cierre del conflicto han sido identificadas y forman también parte del debate. La primera de ellas está en la persistencia de la idea de dialogar sobre la base de la desarticulación o derrota a la guerrilla, de nuevo calificada de narcoterrorista. El debilitamiento progresivo de las FARC en la última década alimenta la ilusión de una desarticulación y desmoralización a corto plazo, que acompañaría la muerte de Cano y de otros miembros del Estado Mayor de esa agrupación. Esos cálculos parecen muy optimistas si se tiene en cuenta la adaptación de la guerrilla a la nueva estrategia ofensiva de las fuerzas armadas y el Estado, que se evidencia en los últimos tres años en reagrupamiento en zonas de retaguardia histórica, incremento de hostilidades, formación de milicias y proyección política sobre centros urbanos. La guerrilla, intentando ponerle piso a su retroceso,  parece tener su propia doctrina de acción integral. Y es posible que lleguemos al final del 2013, el año previsto para los diálogos, con una guerrilla disminuida pero no derrotada ni en condiciones de aceptar una desmovilización sin negociación política y sola a cambio de beneficios penales. 

El impacto de la restitución de tierras y de la anunciada ley agraria y de desarrollo rural está por verse. Se ubica como parte del “puntillazo final”  asumiendo que se le ofrecen soluciones a los desplazados forzados y a los campesinos que han padecido 50 años de avance violento   del latifundio y de la concentración de la propiedad de la tierra. Por ahora se esta en el momento de los anuncios y también de las expectativas de reparación a más de 500 mil familias entre las cuales 350 mil fueron obligadas a abandonar 8,5 millones de hectáreas según informe de Acción Social de la Presidencia de la República publicado por INDEPAZ. 

El Ministro de Agricultura Juan Camilo Restrepo habla de la ley que se va a presentar al Congreso como una “Nueva Reforma Agraria” que sería complementaria con la de restitución de tierras. Pero el escenario es difícil para medidas de fondo que impacten con democratización de la propiedad de la tierra y opciones de desarrollo rural que respondan a las aspiraciones de bienestar del campesinado que sigue siendo más de la tercera parte de la población del país. La pretensión de conciliar el privilegio en la entrega de baldíos y acceso a otras tierras a los macroproyectos agroindustriales, con el acceso a la tierra y a subsidios para desarrollo rural en la economía campesina, ya ha mostrado que avanza a pasos agigantados con los grandes inversionistas y a cuenta gotas con los microfundistas y pequeños productores. La flexibilización de la Unidad Agrícola Familiar en el Plan de Desarrollo, para la apropiación ilimitada de tierras y recursos en proyectos empresariales especiales, es difícil de combinar con la democratización de la ruralidad y medidas efectivas de reforma agraria. 

La política de quitarle cualquier tipo de apoyo a la guerrilla con medidas sociales agresivas en el campo, podría ser eficaz si se cambian las prioridades y se adopta otro modelo de ocupación productiva y social del territorio. Solo con las medidas de formalización de la propiedad precaria y con subsidios de subsistencia no se lograra revertir la crisis agrícola ni la desesperanza del campesinado. En los próximos meses estaremos ante otro round de la definitiva orientación de la política rural y se discutirá por ejemplo el destino de los millones de hectáreas de baldíos usurpados al Estado con la concurrencia de notarios, alcaldes, parapolitícos y negociantes legales. Los interrogantes cubren también las medidas que se incluirán en la Ley Agraria y de desarrollo rural para darle uso social a más de 15 millones de hectáreas improductivas en los predios hoy destinados a la ganadería extensiva ¿Se incluirán en el fondo de acceso a tierras por parte de los campesinos o serán objeto de mas subsidios  y exenciones a los terratenientes en proyectos forestales o de agrocombustibles? 

Si toda la expectativa generada con la restitución de tierras abandonadas y usurpadas o con la ley de tierras se queda en los titulares, el resultado será la reducción de la llamada Consolidación con Acción Integral a los componentes militares. En la orilla quedara el campesinado y las comunidades indígenas y afrodescendientes movilizadas ante la ocupación de territorios por la minería, los macroproyectos o la erradicación forzada.  El pronóstico sería de más violencias y plomo a secas que, como ocurre en laz zonas de consolidación, afecta al conjunto de la población. 

Desde la sociedad civil, que se ilusiona cada vez que se abren escenarios o se manejan hipótesis para terminar con este ciclo largo de violencia y conflictos armados, la apertura del debate sobre el marco jurídico para el cierre final de las guerras es una oportunidad excepcional. A pesar de las muchas dificultades  hay que entender que se vive una coyuntura  de búsqueda de salidas jurídicas y políticas que requiere altos ingredientes de imaginación para incidir en el curso de los acontecimientos. 

Mucho se habla del momento de la paz y de los pasos para llegar a una situación irreversible y de cierre. Las agendas ciudadanas en esa dirección incluyen ya propuestas de acuerdos mínimos y también de diálogos y compromisos humanitarios. Se ha reconocido también que se requiere una sociedad movilizada y dispuesta a participar en la construcción de cada etapa y se reclama un ambiente propicio en el cual se desactive la guerra y se imponga el respeto a la población civil y cese de hostilidades y de fuegos. 

En suma, todo esto exige dejar el pensamiento rutinario y meterse de lleno en el juego realmente existente con todos sus retos para llegar a un pacto político nacional por la paz: pensar el marco jurídico que debe tener Colombia para una solución definitiva a este largo ciclo de violencia y conflicto armado entendiendo que debe responder a todos los problemas en juego, a los intereses y posibilidades de los actores y de los responsables del desastre; romper los paradigmas que quieren oponer la justicia a los imperativos de la paz y el fin de las guerras; incursionar en las reformas necesarias para una paz sostenible y soportada en la democracia y la equidad; llenar los vacíos que quedan en reparación integral y derechos de las víctimas; intentar vencer las resistencias a una autentica reforma agraria y rural; dejar los espacios necesarios para la solución política y las negociaciones con las guerrillas en un modelo sencillo y renovado. Mejor dicho el momento de la paz está por inventarse pero tiene ya muchos ingredientes para que sea realidad en esta década. 

Bogotá D.C. 10 de septiembre de 2011. 

camilogonzalez@colombia.com

Tumaco: La marcha de la desesperación

Notas de la visita realizada los días 7 y 8 de septiembre por Minga e Indepaz a Tumaco, en el marco del proyecto Monitoreo Ciudadano Internacional del Modelo de Acción Integral – Washington Office on Latin America (Wola), el Centro para la Política Internacional (CPI), la Asociación MINGA y el Instituto de Estudios para el Desarrollo (INDEPAZ).
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En Tumaco como en otras regiones del país, la Diócesis local organizó, del 11 al 19 de septiembre de 2011, la Semana por la Paz bajo el lema Por la Dignidad de las Víctimas, verdad, justicia y reparación integral. Pero este año, simultáneamente se realizarán dos eventos especiales. El primero la conmemoración de los 10 años del asesinato de la hermana Yolanda Cerón, y el segundo la Movilización Cívica Multitudinaria, llamada por una de las personas entrevistadas la Marcha de la desesperación.

La memoria en la Semana por la Paz, 2008 y 2011.

El paro convocado por sectores económicos, con el apoyo de la Alcaldía, declaró el 15 de septiembre como día cívico no laborable, su objetivo principal denunciar y decirle NO a la nueva forma de violencia que se ha tomado al segundo puerto del Pacífico: la extorsión a todas las actividades económicas, grandes y pequeñas de Tumaco y los ataques con artefactos explosivos contra aquellos que se niegan a pagar.

Según datos de la Cámara de Comercio, como efecto de este tipo de extorsión, durante 2010 se cerraron 271 establecimientos comerciales y en lo que va corrido del año se han cerrado 71. Se señala como autores a los grupos neo paramilitares: Los Rastrojos y Las Águilas Negras, a los que se identifican con los paramilitares provenientes del Urabá (Los reconocen como los de “Medellín” en alusión a rearmados del Bloque Libertadores del Sur de las AUC. comandado por el extraditado Guillermo Pérez Alzate, alias Pablo Sevillano.) También las milicias de la columna móvil Daniel Aldana de las Farc, y la delincuencia común. En los últimos meses por lo menos tres establecimientos fueron objeto de ataques con explosivos, así como contra unidades de la Policía y de la Fuerza Pública, a la fecha de este informe se registran 9 policías, 3 militares y 9 civiles muertos. De igual forma, han aumentado los secuestros y asaltos de personas que se movilizan por vía marina.

La desesperación y la desesperanza de los tumaqueños se agudizan ante la incapacidad de las entidades civiles y militares del Estado de prevenir estos hechos y de proteger a la población civil. Ello pese a que desde el año 2004, con recursos de la asistencia de Estados Unidos para Colombia, se ejecuta en ese municipio la Acción Interagencial, primero a través del Centro de Coordinación de Acción Interagencial – CCAI, convertido en 2010, en Centro de Fusión, y recientemente bajo el nuevo gobierno nacional transformado en Centro de Coordinación de la Política de Consolidación Territorial (PCT). Tampoco ha logrado disminuir la violencia el Plan Troya Pacífico, instalado en mayo de 2011 por el Presidente Santos en Tumaco, con el fin de combatir las denominadas bandas criminales.

Por el contrario, en varios sectores se señala que el aumento de la militarización en Tumaco producida por el Plan Troya (nueva Brigada Fluvial de Infantería de Marina No. 4, integrada un batallón de comando y un batallón de asalto fluvial y refuerzo de 1.400 hombres; bajo esta nueva Brigada estarán los Batallones No 10 de Guapi, el Batallón de Infantería de Marina No 70 de Tumaco y los Batallones de Asalto y Apoyo), así como la presencia de 2.400 integrantes de 10 de los 30 Escuadrones Móviles de Carabineros encargados de erradicar manualmente los cultivos de coca (cada Escuadrón se compone de 120 policías y 120 erradicadores). Como resultado ha incrementado la crisis humanitaria de Tumaco y municipios vecinos, así como los combates, las zonas minadas y los enfrentamientos, entre otras situaciones que afectan a la población civil. Por vía de ejemplo, según los coordinadores de la PCT, entre 2009 y mayo de 2011 se produjeron “41 incidentes en la erradicación (30 hostigamientos, 8 campos minados, 1 emboscada y 2 accidentes), con un saldo de 18 policías heridos y 2 muertos, y 8 erradicadores heridos y uno muerto”.

El balance de la seguridad en Tumaco es muy pobre, durante los siete años de ejecución de esta política sólo se ha logrado la estabilización del 9% (24) de las 262 zonas y está por recuperar el 60% restante (Tabla 1 y mapa 1). Particularmente en las zonas rurales es muy fuerte la presencia de las Farc, Los Rastrojos y Las Águilas Negras, que se disputan territorios y corredores para el tráfico de drogas. Estas disputas por el control territorial y social se han trasladado a la zona urbana de Tumaco y sus enfrentamientos se replican en gran parte de los barrios pobres y asentamientos urbanos. La lucha por el dominio del litoral nariñense es causa de desplazamientos, masacres, homicidios, amenazas, entre otras violaciones de derechos humanos.

Mapa 1. Estado de la consolidación territorial
Fuente: PCT, 2011.

La crisis económica y el narcotráfico

A pesar de la presencia de más de 20 agencias de cooperación que promueven proyectos de sustitución de coca y proyectos productivos, el desempleo y la falta de ingresos es la constante en Tumaco. Prueba de ello son los 15 mil mototaxistas que se ganan la vida día a día, trasladando de un lugar a otro a los pobladores de Tumaco. La crisis económica se agudiza, de una parte, porque el municipio sigue recibiendo la población desplazada de las zonas rurales como efecto de las disputas por el control de los territorios por parte de guerrillas y paramilitares, los combates entre la fuerza pública y los armados ilegales, y las estrategias de erradicación forzada de cultivos de coca que afectan el sustento diario y no ofrecen alternativas económicas de sustitución. Precisamente la crisis humanitaria afecta particularmente a los pueblos indígena Awa y a las comunidades afros, especialmente a las mujeres, niños y niñas y jóvenes quienes son cotidianamente víctimas de reclutamiento forzado y o empujados a ser usados como informantes y campaneros que con un celular avisan sobre los movimientos en el barrio, estos jóvenes también son usados para el microtrafico local.

La pobreza, la falta de oportunidades y el peso familiar someten también a muchas mujeres cabezas de hogar victimas en su mayoría, a situaciones de explotación laboral por parte de empresas comercializadoras de pescado, horarios extenuantes, sin ninguna protección laboral, ni de seguridad social, situación que fue denunciada por varias organizaciones de mujeres de Tumaco. Las madres cabeza de familia se ven obligadas a realizar trabajos en condiciones indignas y con baja remuneración (a las concheras – recolectoras de piangua- les pagan entre 9 a 11 mil pesos por 100 conchas, en una actividad que exige jornadas de más de 8 horas, a pleno sol, sin salir de los manglares, a las limpiadoras de camarón pasan todo el día de pie para ganar $ 1.200 por kilo. Además las tumaqueñas se vinculan – a diferencia de otras regiones- a todas las actividades de la industria de la palma en condiciones que demandan tiempo y esfuerzo no compensado de manera equitativa con las de los hombres).

Mujeres tumaqueñas en la palma.

La crisis económica se agudizó por la pudrición del cogollo, enfermedad que azotó más de 28 mil hectáreas de palma de grandes, medianos y pequeños productores, la principal actividad económica en Tumaco desde los años 60.

La industria de la palma en Tumaco.

También por los fracasos en la promoción de cultivos de cacao, plátano y yuca, entre otros, debido a situaciones como no garantizar su comercialización y mercadeo o porque muchos de ellos son afectados por las fumigaciones aéreas con químicos. A lo anterior se suman, la ausencia de sectores productivos generadores de empleo formal y el aumento de la informalidad (ventas callejeras, peluquerías, etc.); las limitaciones a las actividades pesqueras por razones de seguridad, la contaminación del mar y la competencia de naves ecuatorianas en aguas colombianas y, en los últimos años, la extorsión a todos los negocios, formales e informales que han obligado a su cierre. Así la frase más frecuente escuchada es “me toca cerrar e irme pues no tengo como pagar la vacuna”. A los que no se van y no pagan son víctimas de los atentados terroristas descritos anteriormente y que originan “la Marcha de la desesperación”.

La informalidad laboral en Tumaco.

En un círculo vicioso, la ausencia de oportunidades económicas, empuja al campesinado y comunidades afros e indígenas a los cultivos de coca, no obstante ser Tumaco el epicentro de los programas de erradicación forzada aérea y manual, y ser objeto de 9 años de fumigaciones indiscriminadas y continuas, el municipio es hoy el mayor productor de coca: 5.025 hectáreas (casi las mismas que en 20029 y el mayor productor de cocaína: 21% del total nacional (SIMCI, 2010).

Mapa 2 y Gráfico 1. Cultivos de coca en Tumaco
Fuentes: PCT, 2011 y SIMCI, 2010.

La cocaína continúa saliendo por los puertos de Tumaco, este tráfico se desarrolla no solamente en áreas rurales y de difícil acceso, se presenta intensamente en barrios aledaños a la principal base antinarcóticos del sur del país, y a pesar de la numerosa presencia de militares colombianos y estadounidenses. La lucha entre grupos armados por estos pequeños y clandestinos puertos y salidas al mar desde los barrios populares y de invasión, la mayoría ubicados en la comuna 4 y 5, refleja la pobre acción estatal para el control de este comercio ilegal que ha generado múltiples violaciones a los derechos humanos a los habitantes de estas comunas. En general los muertos de esta guerra son casi siempre jóvenes de los barrios populares más pobres, algunos vinculados a estos actores armados, otros son conductores de lancha que bajo amenaza o por lograr algún ingreso se vinculan a actividades ilegales, es común también que campesinos y pescadores inocentes sean asesinados porque no se acogieron a los horarios de llegada, no pidieron permiso y son considerados informantes del lado contrario. Impacta además la sevicia que se emplea en algunos casos con la cual son torturados y asesinados, aumentando el terror en las comunidades.

Son insuficientes además, los controles para combatir el contrabando de gasolina de Ecuador, la que se utiliza para las embarcaciones y vehículos del municipio, legales e ilegales, como para el procesamiento de la cocaína. El tráfico de las drogas se favorece además por el ingenio de los artilleros de la zona, que se han especializado en construir los semisumergibles (embarcaciones que permiten violar los controles policiales y militares), únicos en el mundo.

El desplazamiento forzado y las fronteras invisibles

Hasta las cifras oficiales son contundentes. El número de personas desplazadas de Tumaco se incrementó desde el año 2006. Si bien se observa un decrecimiento en 2010 frente a lo sucedido en 2009, subsisten las denuncias en torno al subregistro (negativa de las autoridades a aceptar como desplazados a afectados por las fumigaciones, personas que por encontrase afectadas sicológicamente no pueden precisar los hechos o personas que no declararon el éxodo dentro del primer año, entre otras situaciones).

Gráfica 2. Desplazamiento en Tumaco 2002 — 2010
Fuente: Acción Social, 2011.

Los éxodos forzados son individuales y masivos: En 2011, como efecto de los combates entre unidades antinarcóticos de la Policía y las FARC, 30 familias huyeron del Consejo Comunitario de Alto Mira y Frontera (OCHA, 2011).

Además se acrecienta el desplazamiento interurbano. El narcotráfico es la causa del incremento de violaciones y desplazamientos entre los barrios localizados en las tres islas que conforman el Archipiélago de San Andrés de Tumaco. Las disputas por el control de las rutas de cocaína, insumos y armas, especialmente en los barrios de orilla – los que están junto al mar- han producido que grupos familiares se desplacen entre barrios y entre las islas. El sector más afectado es el de la Ciudadela conformado por 15 barrios, la mayoría de desplazados a causa del conflicto armado o por la grave situación económica producida por las fumigaciones aéreas. (La Ciudadela, 11 de Noviembre, Buenos Aires, California, El Carmelo, El Porvenir, Exportadora, Iberia, La Paz, Obrero 1, Unión Victoria, Unión Victoria 3-4, Viento Libre, Viento Libre 1, Viento Libre 2, Viento Libre 3, hacen parte de la Comuna 5, considerada por Agencias de Cooperación y organizaciones sociales como una de las más conflictivas de Tumaco.)

Mapa 3. Archipiélago de San Andrés de Tumaco

En varios de estos asentamientos se denuncian situaciones graves de confinamiento, en Viento Libre y Panamá, por ejemplo, no pueden ingresar agencias de cooperación, organizaciones de derechos humanos ni entidades públicas, incluyendo la Policía. El éxodo interbarrial se origina en diferentes causas, entre ellas asesinatos a personas conocidas en la comunidad; amenazas si se violan las reglas de tránsito o entrada de personas desconocidas; la violencia contra las mujeres; el reclutamiento forzado, y el uso de los niños y niñas como mandaderos e informantes. Durante la visita fue frecuente escuchar sobre barrios en donde sus habitantes no pueden atravesar las calles vecinas a sus viviendas, situación que se conoce popularmente como fronteras invisibles, en donde una calle es el referente de división y nadie entra o sale sin permiso del actor que domine el sector. De igual forma, fue frecuente la denuncia sobre el pago de pequeñas sumas de dinero ($5 mil pesos US$ 2) a niños, niñas y adolecentes por el transporte de armas en sus maletas escolares. Muchos de estos menores luego son inducidos a consumir drogas y a ingresar a los grupos armados ilegales.

El desfuturo y la riqueza de la niñez y la adolescencia tumaqueña.

En 2011 se han producido varios casos de desplazamiento interurbano, entre ellos, el más reciente de 16 familias del barrio Panamá, uno de los más violentos que hace parte del sector conocido como la Ciudadela. Varias de las familias desplazadas se ubicaron en el Barrio Brisas del Aeropuerto y una fue apoyada por la Alcaldía para trasladarse al Ecuador. No sobra decir, que la mayoría de los barrios de Tumaco se localizan en zonas de alto riesgo de desastres naturales, lo que agrava la situación de marginalización y exclusión, en la medida en que en muchos de ellos no es posible instalar los servicios públicos básicos de energía, alcantarillado y recolección de basuras y aseo.

Abandono: militarización, marginalidad y pobreza.

Es común identificar en Tumaco que un mismo hogar se haya desplazado más de dos veces, con el agravante de que muchos de ellos están a cargo de mujeres a quienes les asesinaron o desaparecieron sus cónyuges o compañeros.

Los territorios étnicos

Del total de la población de Tumaco (183.006), el 54,2% habita en la zona urbana y 45,8% rural. Estos últimos hacen parte de los 15 Consejos Comunitarios afiliados a Recompas y de los 12 Resguardos indígenas de los pueblos Awa y Eperara Siapidara que ocupan el 48,21% y el 18,26% del territorio, respectivamente.

Territorios colectivos de Alto Mira y Frontera y Rescate las Varas.

El reconocimiento de los derechos territoriales de los grupos étnicos en Tumaco ha estado marcado – como en el resto del país – por la violencia y el despojo administrativo y judicial (participación de funcionarios en apropiación ilegal e ilegítima de tierras). Son varios los líderes en las reclamaciones de tierras asesinados y amenazados. Pero sin lugar a dudas, el caso más emblemático es el de la Hermana Yolanda Cerón, asesinada el 19 de septiembre de 2010 frente a la iglesia La Merced en el Parque Nariño de Tumaco. Si bien, alias Pablo Sevillano, ex comandante del Bloque Libertadores del Sur, reconoció este hecho, su muerte continúa en la impunidad, puesto que aún no se ha esclarecido quienes ordenaron el crimen. La hermana Yolanda abanderó las luchas por los territorios colectivos de las comunidades negras contra sectores que se apropiaron de tierras para la siembra de palma, la ganadería y la acuicultura, entre otras actividades. El trabajo de la Pastoral Social Indígena y de la hermana Yolanda fue fundamental para la constitución de los resguardos al pueblo Awá y la titulación colectiva de 264.836 hectáreas a las comunidades negras. Pero igualmente son la causa de las amenazas a la Diócesis de Tumaco y la muerte violenta de Yolanda.

Algunas de las personas entrevistadas recordaban que después del paro en la Vía la Panamericana en 1996, en el que el último punto de las peticiones se refería a la titulación de los territorios tradicionalmente ocupados por las comunidades negras, aumentó el desplazamiento y el asesinato de líderes -entre ellos Francisco Hurtado cuando efectuaba el censo para que se reconocieran los derechos del Consejo Comunitario de Alto Mira y Frontera- y, con ello la compra y apropiación de tierras facilitada por la ausencia de títulos de propiedad. Este Consejo continúa siendo objeto de desplazamientos y otras violaciones de sus derechos. Por un lado, las empresas palmicultoras Palmeiras y Salamanca aún no han retornado las tierras a sus legítimos dueños, pese a la orden del Incoder. Por el otro, en su territorio hace presencia Asominuma, organización que ha sido denunciada por forzar el desplazamiento de los nativos y de sus líderes, usurpar sus espacios de decisión y representación, y repoblar el territorio con personas provenientes de otras zonas del país. Estas dos situaciones, hacen parte del Plan Estratégico de la PCT en la línea de fortalecimiento de la gobernabilidad de las comunidades negras. Sin embargo este no es el único caso. En otros títulos colectivos de afro descendientes e indígenas (Bajo Mira y Rosario, entre otros), son recurrentes las denuncias de empresarios que corren las cercas para ampliar sus propiedades. (Ver: Auto 005 de 2009 de la Corte Constitucional.)

La inseguridad en la tenencia de la tierra se debe al atraso en los procesos de titulación y a prácticas consuetudinarias – las tierras se heredan a los hijos sin que medien procesos de sucesión-. En Tumaco, desde hace 22 años se suspendieron los procesos de titulación, situación que por ejemplo afecta de manera especial a las más de 1.200 familias que habitan en la zona de carretera a Pasto. En esta línea, el PCT también ha gestionado ante el Incoder descongelar 800 solicitudes de titulación.

Violencia sexual y feminicidios

Se denuncia también que la grave situación de miseria y pobreza en Tumaco y violaciones de derechos humanos, es aprovechada abiertamente por militares colombianos y de Estados Unidos al promover con su dinero la prostitución infantil y de jóvenes locales en el sector de la playa del Morro (lugar donde residen en los hoteles famosos del sector). Similares denuncias se presentan en las zonas rurales en las que se encuentran los erradicadores de coca.

Además la militarización de Tumaco por parte de armados legales e ilegales, nacionales e internacionales es relacionada por varios de los entrevistados con el aumento de la violencia sexual y los feminicidios. De esta situación no escapan los municipios vecinos, pero es poco lo que se denuncia y lo que se hace público.

El temor de denunciar es la causa de que no existan cifras oficiales sobre los delitos contra mujeres, niñas y adolecentes, ni sobre su posible utilización por parte de los grupos armados para golpear a sus adversarios. En esa medida, mientras que agencias de cooperación, miembros de la Diócesis y organizaciones de mujeres dan cuenta del aumento de asesinatos y otras violaciones contra las mujeres (entre ellas violencia sexual, desaparición forzada, tortura y asesinato con sevicia), las instancias civiles y militares, incluyendo, las de la PCT, son enfáticas en señalar que se trata simplemente de “rumores” que generan un imaginario colectivo de terror contra la mujer. Para las mujeres habitantes de los barrios dominados por los nuevos paramilitares, se trata de retaliaciones entre bandas que se ensañan con la mujer al ser compañera o tener alguna relación afectiva con el otro contrario. La incertidumbre en la materia se refuerza por la desconfianza en las instituciones del Estado, entre ellas la Fiscalía. La desconfianza sobre la Fiscalía no es exclusiva de las víctimas y pobladores de Tumaco. Algunos funcionarios públicos confirmaron su presión ante la Fiscalía General de la Nación para que las investigaciones se trasladen directamente a Bogotá.

Desesperanza femenina.

Organizaciones de la sociedad civil y de la cooperación internacional, así como la Diócesis reciben frecuentemente denuncias sobre amenazas contra las personas que denuncian. Además, en los casos de delitos contra las mujeres, los fiscales, en su mayoría provenientes del centro del departamento, revictimizan a las niñas y mujeres víctimas por patrones y estereotipos clasistas, machistas y racistas. En la visita de MINGA e INDEPAZ, se contó el caso de un Fiscal que ante la denuncia de una menor violada, su respuesta fue: “ya que eso le pasó, que se dedique a `pichar´ pero con condón”. En otros casos, consideran que las agresiones contra las mujeres son un “delito menor” frente a casos de homicidios y actos terroristas que merecen atención prioritaria.

La consolidación en Tumaco

Según funcionarios de la Alcaldía y del PCT, luego de la visita a la zona por parte de WOLA, CIP, MINGA e INDEPAZ (Seguridad y planes de consolidacion), se realizaron reuniones en las que participaron miembros de los Consejos Comunitarios agrupados en Recompas, con el fin de divulgar la PCT y definir el Plan Estratégico, en sus tres líneas: i) Protección, justicia y seguridad, ii) recuperación económica y reducción de indicadores de vulnerabilidad y iii) fortalecimiento institucional y comunitario. Asimismo se crearon instancias de coordinación y se focalizaron las áreas de intervención (12 resguardos indígenas localizados en 43 veredas, 15 Consejos Comunitarios en 191 veredas y 2 Corregimientos Espriella y Llorente que comprenden 25 veredas).

Sede del Centro de Coordinación de la PCT.

Como principales aprendizajes de los 7 años de la consolidación en Tumaco se señala la necesidad de vincular a los entes locales y a las comunidades, la articulación entre la PCT con las demás entidades del Estado y el modelo de intervención en el Consejo Comunitario Rescate Las Varas. De igual forma, se ha evidenciado que las mayores dificultades se presentan en la primera línea, particularmente en lo que respecta al acceso a la justicia. Como ya se mencionó, ante las deficiencias de la Fiscalía local, las investigaciones contra miembros de las denominada bandas emergentes se envían a Bogotá. Además, pese a las solicitudes de los coordinadores de la PCT, no se han designado jueces especializados en ese municipio.

En materia de recuperación económica, el avance de la PCT consiste en hacerse parte de iniciativas en curso, lideradas por las autoridades de los Consejos Comunitarios con el apoyo de la Gobernación de Nariño y de la cooperación internacional, principalmente de USAID. Este es el caso del Programa “Si se Puede” en el Consejo Comunitario Rescate de Las Varas que impulsa la Gobernación y que el Centro de Coordinación considera el Modelo de Intervención de la Consolidación. Se trata del único Consejo Comunitario en el que de manera voluntaria se erradicaron los cultivos de coca, los que se reemplazaron por proyectos productivos que se acompañan de acciones para el de fortalecimiento de la gobernabilidad del Consejo (En la próxima entrega sobre la Consolidación en Tumaco se presentará una nota complementaria sobre la visita a esta experiencia).

Otras iniciativas en curso en las que se ha incorporado la PCT son: i) el proyecto dirigido a la conservación de los bosques – Guardabosques del Pacífico en el Consejo Comunitario Bajo Mira y Frontera; ii) el Proyecto Monte Bravo, inicialmente liderado por la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito y la FAO, posteriormente asumido por USAID- ADAM y ahora por ARD, en los Concejos Comunitarios de Chagüí, Rosario y Mejicano; iii) la siembra de cacao y coco en Alto Mira y Frontera, Acapa y otros Consejos de la Ensenada de Tumaco; iv) la renovación de los cultivos de los pequeños productores de palma asociados a Cordeagropaz y a Palmasur, y v) la constitución de la Sociedad Agraria de Transformación para el cultivo, procesamiento y comercialización de mariscos – USAID – Gobernación de Nariño. (Ver: Estados Unidos continúa apoyando a familias vulnerables en Tumaco. Febrero de 2011.)

Adicionalmente, la PCT hizo parte del proyecto de la Alcaldía de Tumaco Fortalecimiento de Procesos de Seguridad y Convivencia Ciudadana en el casco urbano y ha apoyado la construcción de obras de infraestructura como la construcción de la casa de gobierno del Consejo Comunitario de Bajo Mira en Imbilí, el acueducto y la vía Chilví – Robles en el Consejo Rescate Las Varas, el muelle de Candilejas de la Mar y la vía Junín- Barbacoas, los tres últimos con la participación de ingenieros del Ejército.

La consolidación en Tumaco también se ha vinculado al programa de apoyo a la renovación de los cultivos de palma del Ministerio de Agricultura; y al fortalecimiento de la pesca artesanal, la titulación de baldíos en la carretera a Pasto y la recuperación de los territorios ocupados del Consejo Comunitario de Alto Mira, acciones que adelanta el Incoder.

Gráfico 3. Zonas de intervención de la Consolidación en Tumaco
Fuente. PCT, 2011.

Retos de la PCT

Dentro de los grandes retos de la Política de Consolidación en Tumaco, al igual que en otros municipios del país, se encuentra su articulación con los alcaldes que serán elegidos en octubre y que iniciarán sus labores en enero de 2012. Ello demanda ajustar el Plan Estratégico de la Consolidación a los nuevos planes de gobierno y de desarrollo municipales e involucrar a las autoridades locales en la implementación de dicha política. Lo anterior sólo será posible una vez se defina desde el nivel central la restructuración de la Política Nacional de Consolidación Territorial y los mecanismos para garantizar su publicidad y difusión de manera que sea una política que se implemente garantizando la información, la participación y el control por parte de las comunidades, las entidades locales y los organismos de control.

Asimismo, la PCT tendrá que avanzar en la recuperación de las zonas que continúan bajo el control de los armados ilegales, paramilitares y guerrillas y en evitar que su accionar en los municipios vecinos se recrudezca y continúe siendo causa de graves y sistemáticas violaciones de derechos que minan sus resultados. No debe perderse de vista que Tumaco es el tercer municipio receptor de población desplazada de municipios vecinos como Olaya Herrera, Barbacoas, Francisco Pizarro y Roberto Payán, entre otros, en los que se ha incrementado la crisis humanitaria derivada de los enfrentamientos por controlar el occidente de Nariño. Esta nueva población agudiza la violencia, el desempleo y la inseguridad en Tumaco. Por ejemplo, se han registrado casos de personas asesinadas en Tumaco luego de que huyeron de sus sitios de origen. En fin, focalizar la consolidación en un municipio sin mirar lo que pasa a su alrededor no parece ser lo ideal para asegurar los objetivos de seguridad y bienestar de la Política de Consolidación.

Frente a casos de presuntas violaciones de los derechos de niños, niñas y mujeres, es fundamental que la PCT inicie acciones que faciliten y propicien las denuncias, investigaciones y sanciones a los responsables, en los términos ordenados por la Corte Constitucional (auto 092 de 2009), de lo contrario no sólo se invisibilizan dichas violaciones sino que su impunidad puede acrecentarlas. De igual forma, la defensa de los derechos territoriales de los grupos étnicos en la que se ha comprometido el Centro de Coordinación, particularmente en el Consejo de Alto Mira, debe contribuir a dar cumplimiento a los órdenes de la Corte contenidas en los autos 004 y 005 de 2009, sobre los que son incipientes los desarrollos en Tumaco.

Otro reto de la PCT es contribuir a que en la titulación de baldíos en la carretera que conduce a Pasto no se beneficien los actores del despojo, ni los abogados que quieren aprovecharse de la ignorancia y el estado de necesidad de las comunidades, en menoscabo de los derechos de los nativos y sus reclamaciones.

PCT – Política de Consolidación Nacional de la Prosperidad Democrática 2010 – 2014 – Mas allá de la seguridad Democrática 2002 – 2019.

La Política se define como “un proceso coordinado, progresivo e irreversible, por medio del cual se busca afianzar la articulación de los esfuerzos estatales para garantizar de manera sostenible un ambiente de seguridad y paz que permita el fortalecimiento de las instituciones democráticas, en beneficio del libre ejercicio de los derechos ciudadanos y de la generación de condiciones para su desarrollo humano”. No “es una entidad sino una instancia de coordinación interagencial”. Y, por lo tanto, se expresa igualmente en su capacidad de gestionar recursos”.

Hace parte de la Doctrina estadounidense de Acción Interagencial de coordinar recursos y acciones de las áreas militares con las sociales, y es beneficiaria de recursos económicos en lo militar y social de Estados Unidos.

Se adelanta en 12 departamentos y 58 municipios, tres de ellos en Nariño: Tumaco, litoral pacífico, y Leyva y Rosario, zona Andina.

Fuente: Informe del Gobierno Nacional a la Corte Constitucional sobre el avance en la superación del estado de cosas inconstitucional declarado mediante la sentencia t-025 de 2004, Bogotá, junio de 2011 Plan Nacional de Desarrollo 2010 – 2014 (Ley 1450/11, e informes y entrevistas. y documentos sobre la PCT.